Arturo de Dios Palma / ladobe.com.mx
Quien piense que lo que pasó en Iguala no puede repetirse, está equivocado. Guerrero es un estado infestado de narcotraficantes y políticos corruptos.
Pensar que la única Policía municipal que está infiltrada o al servicio de un grupo de narcotraficantes es la de Iguala, también constituye un error. Creer que José Luis Abarca Velázquez es el único presidente municipal que llegó al cargo por el dinero del narcotráfico y que puso al servicio de la mafia toda una administración, podría ser ingenuo.
La complicidad entre gobernantes y el crimen organizado en Guerrero escaló alto, muy alto.
En muchas regiones del estado se vive el terror de la violencia generada por el narco. Hay pueblos enteros que tuvieron que desplazarse por la presencia asfixiante de un grupo criminal. En las grandes ciudades empresarios o pequeños comerciantes han tenido que cerrar sus negocios por la pesada carga que significa el pago de la cuota al narco, otros más de plano hay tenido que abandonar esos lugares. Por gran parte de la geografía del estado hay madres, padres, hermanos, esposas, esposos, buscando a sus hijos, a sus hermanos, a sus tíos, a sus esposas, a sus esposos, a sus hijos.
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