Pedro MATÍAS
OAXACA, Oax. (pagina3.mx).- Una nueva enfermedad llegó a Oaxaca y no hay vacuna para inmunizarla.
La enfermedad que padecieron durante 90 años los antropólogos Roberto J. Weitlaner, Irmgard W. Johnson, Jean Bassett Johnson y Bodil Christensen, fue infectada en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova de la Fundación Alfredo Harp Helú donde hay una serie de curadores que lograrán contagiarla.
La doctora Kirsten Johnson revela que «la enfermedad de los libros” que padeció su familia ya se encuentra en el Centro Cultural San Pablo.
Y es que el pasado 26 de marzo, donó la Colección Irmgard Weitlaner Johnson a la Biblioteca Juan de Córdova que comprende 556 expedientes, 195 cajas de libros que contienen 5 mil 500 materiales y 21 mil 671 materiales fotográficos.
Esta donación consiste en publicaciones sobre antropología, lingüística, textiles, arqueología e historia reunidas a través de 90 años por los antropólogos Roberto J. Weitlaner, Irmgard W. Johnson, Jean Bassett Johnson y Bodil Christensen.
[pull_quote_center]Con esta Colección, dijo, el estado de Oaxaca “va a ser una fortaleza de la ciencia, un lugar único en el sur de México y esa va a ser la vacuna para los que padecen la enfermedad de los libros».[/pull_quote_center]
Antes de entregar este patrimonio cultural, la doctora Kirsten Johnson destacó que su abuelo, sus padres y la investigadora danesa Bodil Christensen fueron amantes de México y unos enamorados de Oaxaca, enfermedad que ha contagiado a su hijo.
Al donar esta colección, dijo que decidió entregar la colección a la Biblioteca Juan de Córdova por razones sentimentales, morales y pragmáticas porque sabe que la Fundación Alfredo Harp Helú va a conservar de manera ordenada los libros, notas de campo y fotografías, las va a preservar y las va hacer accesible al público en general y los investigadores.
En la entrega de la Colección Irmgard Weitlaner Johnson estuvo presente la presidenta de la Fundación, María Isabel Grañén Porrúa, el doctor Sebastián van Doesburg y el maestro Michael Swanton, director general y director adjunto de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, respectivamente; así como Nicholas Johnson, curador etnográfico, y el director del Museo Textil de Oaxaca; Héctor Meneses.
El director general Sebastián van Doesburg manifestó que Oaxaca es ya un referente cultural pero con estos acervos se convierte en uno de las grandes centros de la cultura mesoamericana viva hoy en día.
Y la biblioteca es un espacio donde colecciones documentales pueden conservarse y evitar su fuga a la ciudad de México u otros países, pero además fomenta el estudio de la diversidad cultural para revalorizar esa riqueza de la cultura mesoamericana y que en Oaxaca sigue viva.
Aclaró que en muchas ocasiones la gente confunde pobreza material con pobreza cultural y piensan que en un estado tan pobre como Oaxaca nada mas hay retraso, nada más falso porque la pobreza material es muy diferente, debido a que esta entidad cuenta con una vasta riqueza cultural.
Abundó que “Oaxaca culturalmente es sumamente rica y me agrada mucho que hoy en día empecemos a revalorar esa riqueza como una fuente de inspiración como un elemento que genera cohesión social. Son las fortalezas que Oaxaca tiene, pero además que cuenta con un lugar donde puedan exhibirse esas colecciones”.
AMANTES DE MEXICO
Kirsten Jean Johnson donó la colección de libros, materiales de investigación y fotografías que pertenecen a la familia Weitlaner-Johnson a la Biblioteca de Investigación Juan de Córdoba de la Fundación Alfredo Harp Helú de Oaxaca, porque fueron unos amantes de México.
Los materiales de investigación comprenden la colección completa de notas de campo y de análisis sobre textiles arqueológicos y contemporáneos mexicanos que realizó Irmgard W. Johnson, una renombrada experta en tejidos indígenas hechos en telar de cintura.
Mientras que el acervo fotográfico incluye miles de imágenes tomadas por Irmgard W. Johnson (principalmente) durante sus investigaciones de campo en Oaxaca y otras regiones de la República en la segunda mitad del siglo veinte.
Roberto J. Weitlaner fue un ingeniero metalúrgico austriaco quien migró a México en 1922. Aunque inicialmente trabajó como ingeniero, su verdadero interés era la etnografía y lingüística. En 1934 realizó el primero de muchos viajes de investigación a la región Chinanteca y Cuicateca de Oaxaca, que tuvieron como fruto los primeros estudios etnográficos y lingüísticos de estos pueblos.
El co-fundador de la Escuela Nacional de Antropología trabajó como catedrático en las siguientes tres décadas y en 1940 aceptó un puesto de investigador etnólogo en el INAH.
Irmgard W. Johnson llegó a México a los ocho años y a temprana edad compartió el interés de su padre por la antropología.
Entre 1934 y 1938 realizó seis expediciones a caballo por el norte de Oaxaca visitando casi todos los poblados chinantecos de la región. Estudió antropología y obtuvo una maestría en técnicas textiles en la Universidad de California en Berkeley-
Sin embargo, fue en 1951 cuando regresó a vivir permanentemente en México en donde fue contratada por Alfonso Caso, director de el Instituto Nacional Indigenista (INI), para hacer una serie de recorridos por la república para investigar técnicas textiles indígenas y adquirir ejemplares de tejidos.
Esta tarea la ocuparía por más de 15 años y la traería año tras año a Oaxaca y su rico legado textil. En el transcurso de su larga carrera Irmgard W. Johnson adquirió una magnífica colección de textiles indígenas mexicanos, publicó mas de 50 artículos científicos y un libro sobre textiles arqueológicos y contemporáneos, montó exhibiciones, y ayudó y estimuló a innumerables tejedoras y estudiantes. Falleció en 2011 a los 96 años.
Jean Bassett Johnson conoció a Irmgard W. Johnson cuando ambos eran estudiantes de antropología en la Universidad de California. Los dos jóvenes se casaron y realizaron trabajos conjuntos de campo en la región chinanteca y mazateca de Oaxaca y en Tuxpan, Jalisco.
[pull_quote_center]Durante una estadía en Huautla de Jimenez en la sierra mazateca, Jean e Irmgard Johnson fueron los primeros extranjeros en presenciar y documentar una una velada mazateca donde el curandero consumió hongos alucinógenos llamados teonánacatl (psilocybin). Jean B. Johnson también documentó el uso de otra planta alucinógena, Salvia divinorum en la mazateca y publicó estos hallazgos en 1939. Jean Bassett Johnson murió a los 28 años en el norte de África durante a segunda guerra mundial.[/pull_quote_center]
Mientras que Bodil Christensen llegó a México de Dinamarca a principios del siglo veinte atraída por las poblaciones indígenas. Christensen acompañó a Irmgard Johnson en varios de sus viajes de campo en Oaxaca y reunió una magnífica colección de textiles. Cuando se jubiló se mudó a vivir en San Felipe del Agua, Oaxaca. Bodil Christensen heredó sus libros y fotografías a su amiga Irmgard, cuando murió en 1987.
Cabe resaltar que la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova cuenta con un acervo especializado en filología mesoamericana, antropología, diversidad cultural y diversidad lingüística de Oaxaca y México.
