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“¡Sí, sí, que se quemen!”: crónica de un linchamiento en Ajalpan

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Suzana De los Ángeles | @suzange | ladobe.com.mx

La noche cae en Ajalpan. Las campanas de la iglesia de San Juan Bautista no dejan de repicar. El Palacio municipal se ilumina con pequeñas explosiones y el fuego escapa por las puertas y ventanas.

Las pantallas de los celulares se iluminan como luciérnagas y graban el momento y en tiempo real se comparte en redes. Una turba somete a José y a David Copado Molina. Los muelen a golpes ante cientos de personas. “¿Dónde están los niños?”, preguntan. “¡Robachicos, secuestradores!”, les acusan.

Exhaustos, los hombres gritan su inocencia pero nadie los escucha, nadie los ayuda. Quince policías miran la escena, inmóviles, hasta que reciben la orden de resguardarlos. Pero al cabo de unos minutos son ahuyentados a palos por los pobladores, que aplauden y gritan: “¡Quémalos!”.

Una sombra humana agita los brazos y pregunta “¡Señores, señores, lo que diga la mayoría!, ¿que se quemen?” La respuesta es contundente: “¡Sí, sí, que se quemen, sí!”
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La delgadez de Elsa García se acentúa por la camiseta blanca que viste, de talla superior a la suya. Sus ojos grises están enrojecidos, inflamados. Contiene el llanto. Se cruza de brazos y se encorva. Por unos segundos su mirada se pierde. Alguien roza su brazo y la saca del trance. Unas mujeres la rodean y le expresan sus condolencias. Ella apenas asiente.

Trata de encontrar respuestas:

–No sé qué habrá pasado con esa gente, yo no sé qué tienen en la cabeza No sé qué pasa, ¿qué puedo decirle, que es gente mala, que no pensó? Apenas el domingo estábamos en familia.

Recuerda que habló con su esposo la mañana del lunes, pero en la noche ya no le contestó.

–De repente me llaman de la empresa, pero no me querían decir nada, les dije díganme que pasó. Díganme lo que haya pasado y solo respondieron “ya no están con nosotros”.

Cuatro años atrás, Elsa y David se conocieron encuestando. Ambos trabajaban en un estudio de mercado para la consultoría Marketing Consultin Group (MCG) con sede en Texcoco, Estado de México, y desde que se conocieron hubo atracción. Ella dejó el hogar familiar en el municipio mexiquense de Lerma y se mudó a la casa de David, en el DF.

Rey David era corpulento: en uno de sus brazos gruesos y fuertes tenía tatuado a la icónica Betty Boop, un personaje de caricatura que se popularizó en los 60’. Su rostro era alargado, con cejas pobladas y caídas. Su cabello negro y rizado hasta los hombros le daba un aire de rock star.

Al cabo de un tiempo, Elsa anunció un embarazo gemelar. Los médicos advirtieron que era una gesta de alto riesgo y recomendaron reposo absoluto. No hubo dudas, ella hizo una pausa en su intensa vida de encuestadora y David se encargó de la nueva familia.

Con los gemelos, los planes de la pareja se fueron concretando: una casa propia.

–Tenemos un año construyendo, le falta el techo a la casa. Pero con los niños ya no se puede: pañales, comida, vestido. Estamos en casa de mi suegra para ahorrar -y recuerda-, yo le decía, “ya no te vayas, ya no salgas tan lejos”. Pero él solo me respondía  “si me voy es por dinero, para que vivamos mejor”.

De baja estatura, complexión robusta y pelo cano, Dulce Molina, madre de José y David, se apoya de un bastón para caminar. Renguea de la pierna derecha a causa de la mala circulación sanguínea. No puede hacer largas caminatas, ni tolera muchas horas de pie.

Dulce Molina se obliga a estar tranquila. Sabe de la viudez y lo que es sacar adelante sola a cinco hijos. Veinte años atrás perdió a su esposo, Bernardino Copado Montes de Oca, un maestro de secundaria con quien mantuvo un matrimonio de 10 años.

Fue difícil. Sus cinco hijos adolescentes debieron trabajar. Ninguno pudo ir a la universidad. Pero cada quien fue tomando pasión por algo: “a David le gustaba la carpintería, a Felipe la pintura y a José el dibujo”.

José era el menor de los hermanos. Alto, delgado, de tez blanca y cabello corto.

–Hacía paletas de malvavisco. Desde muy chico siempre buscó cómo ganar un poco de dinero. Vendía las paletas en las escuelas, en los eventos del 10 de Mayo, del 30 de abril, del Día del Maestro –recuerda Dulce Molina.

Para él, hacer encuestas comenzó como algo eventual. Lo suyo era la mecánica automotriz y el dibujo, pero como no tenía trabajo fijo aceptó la invitación de su hermano David, y de eso ya tenía dos años pues aunque era soltero y sin hijos sostenía a su madre de 67 años de edad.

Nota completa: http://ladobe.com.mx/2015/12/si-si-que-se-quemen-cronica-de-un-linchamiento-en-ajalpan/

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