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Unión Hidalgo, donde el apoyo cae como gota de agua y la necesidad supera todo

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Diana MANZO / Corresponsal

UNIÓN HIDALGO, Oax., (#pagina3.mx).-  Emerit Ruiz Velásquez y Leticia Orozco Enríquez  lo perdieron todo: su hogar y sus pertenencias, pero están contentos porque han vuelto a ver al  sol, festejan sus tres nuevos días de vida no con una fiesta sino con una sonrisa, porque nada será igual después del jueves 7 de septiembre de 2017, cuando el terror los agobió por la gran sacudida de 8.2 grados que acabó con todo lo que tenían.

Ellos son de Unión Hidalgo, una comunidad zapoteca que se localiza a 20 minutos de Juchitán, donde su camino principal se dañó y donde más de 890 casas se hicieron polvo, donde hay cientos de damnificados y heridos, donde la ayuda cae como gota de agua de parte de voluntarios, gente altruista, empresas eólicas y poco de las autoridades y la necesidad supera todo.

No sabe por dónde empezar, Emerit da vueltas en su patio de donde solo observa cómo todo está tirado, cómo sus fotografías se destruyeron, cómo su baúl -herencia de su madre y de gran significado cultural entre la raza zapoteca- se hizo polvo, suspira y sonríe, ¡Viví, y estoy listo para contarlo!

Emerit es profesor jubilado de 60 años de edad. En la víspera del viernes, cuando ocurrió el temblor, una llamada a su celular lo despertó, y de repente todo comenzó a darle vueltas, inexplicablemente salió agitado de su casa, pero en medio del pasillo un gran tronco de esos que le llaman “murillo” le rozó la frente, otro muro lo detuvo por un momento, pero salió corriendo al patio, un árbol de almendro lo cobijó y de ahí vio todo.

“No sabía que era un terremoto lo que había pasado, pensé que era el fin del mundo, todo se movió tan fuerte que dije: ¡De esta ya no salíamos!, ahora nos toca agradecer que Dios, nos dio una nueva vida, y eso estamos haciendo, abrazarnos como hermanos y salir fuertes, nada nos detendrá”, expresó.

Su confianza está esperanzada en la secretaria de la Sedatu, Rosario Robles, quien en su visita por Unión Hidalgo le prometió que le ayudaría a construir su hogar. Emerit, como muchos, no ha recibido apoyos del gobierno municipal ni estatal, solo de colectivos de jóvenes que pasan y le dan un bocado o una despensa.

Desde el día del terremoto, Emerit tiene su hogar frente a un árbol y con la lluvia que ha caído, uno de sus vecinos le ha dado cobijo en su patio, ahí come y se baña, todo le ha cambiado pero está feliz, es optimista y sonríe.

“Durante las primeras horas que ocurrió el sismo lloré mucho, de ahí un amigo me dijo, estás vivo y eso es motivo de festejo, realmente comprendí que sí, la vida y Dios me dieron una oportunidad y la aprovecharé, espero (que) la demás gente de mi pueblo lo haga, no es fácil recuperarnos, lo perdimos todo, no tenemos nada, nuestra máxima necesidad es todo”, dijo.

Las autoridades de Protección Civil en su recuento después de tres días informan que son un total de 895 casas las destruidas, más de mil afectadas, 60 heridos y siete fallecidos, la mayoría personas adultas.

Cuando Leticia escucha las cifras mejor cierra los ojos y pone la mano en los oídos, no quiere escuchar nada, recuerda aquel momento y se desvanece, otra de sus vecinas, Ná Vicenta le dice: ¡Ánimo! ¡Estas viva!

Leticia perdió su casa, como más de 800 personas en esta comunidad, sus dos hijas y ella quedaron atrapadas, sufrieron lesiones en sus cuerpos, actualmente ella solo tiene fracturado el tobillo, pero usa andadera para poder caminar.

La mujer y sus dos hijas recibieron ayuda 24 horas después, nadie las ha visitado, solo sus vecinos y amigos quienes le dan una comida y alimentos, de la autoridad de los tres niveles nada.

En esta comunidad el agua no hay, el servicio de luz eléctrica está al 50 por ciento, familias enteras claman ayuda, están molestas y señalan que las autoridades solo quieren fotos y no ayudar realmente.

“El Ejército Mexicano ha repartido 400 despensas, y mucha gente altruista ha llegado al pueblo, les agradecemos todo, esperemos que el gobierno de Oaxaca pronto aterrice su apoyo, es necesario, una despensa no alcanza para esta magnitud, la necesidad es grande, y todos debemos apoyarnos”, puntualizó el director de Protección Civil Municipal, Ubicelio López Castillo.

Las réplicas continúan, han sido más de 900 desde el viernes, la gente vive atemorizada, con estrés y angustia, las crisis nerviosas están a cada instante, la gente no quiere dormir dentro de su casa, le tiene pavor a entrar, teme, a cada momento, otra fuerte sacudida como la del 7 de septiembre.

Ta Juan, de Ranchu Gubiña, una de las personas afectadas por el terremoto del 7 de septiembre de 2017. Foto: Jacciel Morales.

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