Oaxaca | pagina3.mx | Horacio Corro Espinosa |
Uno de los más grandes pecados de la sociedad, y uno de los más comunes, es la envidia. La envidia significa el mirar con mala voluntad a otra persona. El diccionario define la envidia así: “Disgusto o pesar por el bien o prosperidad de otro”.
Es una extraña sensación que se apodera de mucha gente en frente del bien ajeno. Lo que causa una ansiedad inexplicable. A muchos, la envidia les hace apretar los dientes y murmurar por dentro: «Bah, fulano no se merece eso… a fulana, no sé por qué recibió ese beneficio… ¿de dónde sacan que zutano es digno de tal cosa…? Bueno… suerte tienen los que no se bañan…».
La verdad es que con eso hay que tener mucho cuidado. La envidia es como el salitre. Penetra sensiblemente. Hace daño sin que el que la posee se dé cuenta de ello, y cuando quiere detenerla, ya los cimientos de la casa están deshechos. Las paredes endebles y el techo a punto de derrumbarse.
Los psicólogos dicen que la envidia es un sentimiento enfermizo provocado por una frustración infantil. Con los años, se convierte en un peligroso movimiento espiritual que es capaz hasta de desarrollar infartos. Y es que las emociones son la energía del alma. La envidia es una emoción al fin. Pero es una emoción negativa y terrible que penetra como el veneno de ciertas víboras, en forma simple, pero mortal.
«Si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos habría»… dice el refrán. Y dice bien, porque ninguno de nosotros está exento de ella. La envidia es tan normal como lo puede ser el hambre o el calor. Lo importante es que no se haga normal en nosotros.
El tener envidia es una señal de pequeñez. El ser envidioso denota un alma estrecha. El ser envidioso es admitir francamente que no se tiene la habilidad ni la natural disposición y capacidad para competir con aquellos que se destacan, con aquellos que son superiores a nosotros.
La envidia es un sentimiento negativo del que se habla poco y se sufre en mayor o menor grado de la vida. Se trata de un tipo de reacción que tienen la mayoría de los seres humanos y de este punto pueden surgir las mayores aberraciones tanto en sufrimiento personal como de proyección hacia los demás.
Por culpa de la envidia se han destruido armonías familiares. Por el simple hecho de envidiar, se ha llegado a agredir a una persona por no aguantar que fuera más alto o más guapo o más carismático que ella. No sé si se hayan dado cuenta que algunas veces un automóvil nuevo luce su pintura totalmente rayada, esto es un acto de envidia.
La admiración a determinadas personas, no significa tenerles envidia, es saber valorarlas y valorarse uno mismo.
Si alguien sufre las miradas y las palabras de una persona envidiosa, lo más sabio es pasarlas por alto, pues uno no es responsable de su sentimiento.
Pero al final de cuentas, ¿saben en qué se convierte un envidioso?, en un esclavo. Pues el envidioso siempre anda atrás del que envidia, y el envidiado, muchas veces ni se da cuenta de los envidiosos que lo persiguen. Un envidioso es más fácil que contraiga alguna enfermedad, pues los sentimientos negativos son muchas veces los generadores de las enfermedades. Así que piénsalo tres veces antes de que cante el gallo.
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Editor en jefe de Viral Noticias