Everardo R. Bohórquez y Cuevas
MÉXICO, DF., (pagina3.mx).- Era de esperarse. Luego del diálogo abierto entre el santón Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el actual dirigente nacional del PRD, Carlos Navarrete, realizado este martes 25 de noviembre, que más que un intercambio de opiniones fue un desencuentro, el Partido del Sol Azteca se derrumba estrepitosamente, acabando así la obra destructiva que comenzó hace bastante tiempo.
Los culpables, todos lo señalan: Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard Casaubón y, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador, entre otros al haber apadrinado a la pareja del expresidente municipal de Iguala, José Luis Abarca y su esposa, dupla que llegaría hasta el crimen, pasando por el narcotráfico y la delincuencia organizada como parte de un proyecto político dizque izquierdoso que se convirtió en delincuencial.
Y el principal responsable de minar las estructuras y la credibilidad perredista es, nada más y nada menos, el tabasqueño conocido también como El Rayito de Esperanza, Andrés Manuel López Obrador, en cuya labor de zapa y de dinamitamiento lo acompañan el tránsfuga del PRI –igual que el Peje—Ricardo Monreal –fue dirigente juvenil de la CNC, y Martí Batres, entre otros desleales al partido que los encumbró y que les proporcionó grandes posiciones.
Pero retrocedamos un poco -o un mucho- sobre cómo surgió a la luz pública y política el PRD, partido que a partir de ahora estará en la picota y que seguramente pocos triunfos logrará en las elecciones federales de 2015.
Luego de la tremenda y permanente arremetida que tuvieron los regímenes priistas contra la izquierda mexicana –ordenada y mandada, claro está por los gobiernos estadounidenses– en los gobiernos de Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz Bolaños Cacho y Luis Echeverría Álvarez; fue el entonces Presidente José López Portillo y Pacheco, quien con una clara visión para lograr la apertura democrática, dio paso a la creación de la Ley de Procesos y Partidos Políticos, LOPPE, que dio sustento legal a la participación política abierta, sobre todo de la izquierda mexicana que se encontraba soterrada y operaba en la clandestinidad. Don Lázaro Cárdenas del Río, el ex presidente siempre mostró su simpatía por los movimientos de izquierda como en el caso de la Revolución Cubana y de Fidel Castro, aunque en su momento ni López Mateos ni Díaz Ordaz Bolaños Cacho, lo dejaron que así lo manifestara públicamente. El Hombre de Jiquilpan se disciplinó.
Beneficiarios también de ese ordenamiento legal fueron el Partido Acción Nacional subsistente, así como los desaparecidos institutos políticos del Partido de la Revolución Mexicana, PARM, y Popular Socialista, PPS, entre otros.
Fue así como surgió a la palestra el Partido Socialista Unificado de México, PSUM, en el que militaron y alcanzaron posiciones políticas como diputaciones federales, locales y alcaldías, destacando personajes históricos como Valentín Campa, el oaxaqueño Demetrio Vallejo, Othón Salazar, Adolfo Martínez Verdugo, Carlos Sánchez Cárdenas, entre otros distinguidos militantes.
Luego la férrea disciplina y sometimiento tradicional en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyo látigo fustigaba hasta con la muerte a personajes de renombre nacional como Carlos Alberto Madrazo o de defenestración como a Manuel Sánchez Vite, Manuel Carbonell de la Hoz, sólo por mencionar estos tres ejemplos de cómo se hilaba el hilo hacia el interior del tricolor.
Ese ostión político priista que no se abría ante nada ni ante nadie, donde el Presidente en turno era el jefe real partidista, produjo descontentos que provocaron la deserción de uno de los mejores políticos que han pasado por las filas del PRI y cuya principal virtud fue sostener su personal posición e ideología hasta el rompimiento: Rodolfo González Guevara.
Ya rota la barrera de la sumisión total y abyecta, se produjo la primera sangría importante del tricolor, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el hijo de don Lázaro, junto con el ex líder nacional priista, Porfirio Muñoz Ledo y la economista e ideóloga Ifigenia Martínez entonces de Navarrete, entre otros varios, renunciaron a su militancia públicamente, lo que causó escándalo y revuelo nacional en el ámbito político.
Ellos, los renunciantes, idearon, planearon y crearon lo que en este momento ya se desmorona, el Partido dela Revolución Democrática, PRD, iniciándose así un contrapeso de la izquierda para la hegemonía del tricolor. Cárdenas Solórzano sería, en su momento, por dos veces candidato a la Presidencia de la República, perdiendo la primera elección ante Carlos Salinas de Gortari, en un hecho que hasta ahora genera serias dudas sobre la validez del gobierno del hombre de Agualeguas, Nuevo León, luego de la “caída del sistema” de cómputo electoral.
Cárdenas Solórzano perdería también frente al bajacaliforniano Ernesto Zedillo Ponce de León, comicios en los que aparentemente iba al frente el candidato del PAN, el tenebroso abogado y multimillonario Diego Fernández de Ceballos, quien luego de haber triunfado en el debate público entre candidatos, misteriosamente desapareció de la escena política hasta después de la derrota.
Zedillo Ponce de León culminó un gris sexenio, periodo en el que ese mandatario en forma artera y traicionando a México, privatizó el sistema ferroviario nacional y lo entregó en manos de la iniciativa privada representante de las trasnacionales estadounidenses del riel; época en la que también maniobró por mandato del imperialismo yanqui, para que triunfará el candidato de la derecha y representante del capital transnacional de la Coca Cola, Vicente Fox Quesada, perdiendo así por primera vez en décadas un candidato del PRI, el sinaloense Francisco Labastida Ochoa.
Para aquel entonces ya el PRI había perdido electoralmente la capital del país, siendo el primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal el propio Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien dejaría como sucesora a la que también fue dirigente nacional del PRD, en su momento, Rosario Robles Berlanga, ex esposa del intelectual de izquierda Julio Moguel, y por ese cargo sucesorio ella se atraería el odio irrestricto del nuevo Mesías perredista, Andrés Manuel López Obrador.
El tabasqueño ex priista –en sus tiempos de militancia, López Obrador le compondría un himno al PRI, por si alguien dudaba de sus militancia y afinidad tricolor—sería también Jefe del Gobierno capitalino y dejaría, a su vez, el cargo en manos de Alejandro Encinas, para jugar por la Presidencia que le ganó el panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, derrota que el Hombre de Macuspana no supo asimilar y por ello inició un plantón de mucho tiempo sobre el Paseo de la Reforma. Luego se declararía “Presidente legítimo” y con los recursos que le proporcionaban sus seguidores realizó una campaña de seis años por el país. Se calcula que entre su sueldo y la gira sexenal, se gastaría unos 60 millones de pesos, lo que significa que aunque presume de modestia en su forma de vivir, hace mucho que no deja de vivir de un presupuesto político.
Por segunda vez y frente al actual Presidente Enrique Peña Nieto, López Obrador perdió otra vez la elección presidencial de 2012 y continúa con las protestas en contra de esa elección, aderezando su sentir en contra de las reformas constitucionales logradas por el actual régimen, pero ya desligándose y confrontando al propio PRD, partido que lo ha apadrinado tanto para el gobierno capitalino, como en sus dos frustradas intentonas anteriores para hacerse del poder presidencial.
Como el partido negro amarillo no se ha plegado a sus caprichos, ya que sus dos últimos dirigentes anteriores conocidos como los “Chuchos”, han mostrado una gran resistencia a no hincarse ante el Rayito de Esperanza, López Obrador y sus secuaces han creado un nuevo ente político, denominado Movimiento de Regeneración Nacional, MORENA, organismo electorero con el que busca acabar con el otrora partido de sus amores, el PRD.
Pero la liga y el padrinazgo de López Obrador hacia la delincuencial pareja de Iguala, la de José Luis Abarca y su esposa, puso en la picota tanto al PRD como al Peje, ante los hechos ocurridos entre la noche del viernes 26 y la madrugada del sábado 27 del septiembre pasado, en donde además de seis muertes, provocaron la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, caso sin solución hasta el momento.
Y ahora, a casi dos meses de los trágicos sucesos de Iguala –con protestas a nivel estatal, nacional e internacional—sólo faltaba la puntilla que hoy Martes 25 de noviembre, le da al PRD, su fundador y líder moral, el también hijo de doña Amalia Solórzano, viuda del general Lázaro Cárdenas del Río, al presentar su, al parecer irrevocable RENUNCIA, a ese instituto político que el propio Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fundó.
Lo que veremos de ahora en adelante será el desmoronamiento irremediable del partido del Sol Azteca, que actualmente representa políticamente a la izquierda mexicana, lo mucho o más bien, lo poco que queda de ella en esta primera mitad de la segunda década del siglo XXI, ante el seguro júbilo del PRI y del PAN, sus tradicionales enemigos.
Como dice el refrán: En martes ni te cases ni te embarques, —ni renuncies a tu partido—ni de tu casa te apartes.