Marco Lara Klahr
Esto me sorprendió: «El padrote que no pudo comprar la ley». No tanto por el tema ni por la historia periodística misma, sino por su tratamiento editorial en portada —eso que en el mundillo de las salas de redacción llamamos su «puesta en plana».
No podía pasar inadvertida, pues aunque fue colocada debajo del doblez, en la portada de El Universal [febrero 11, 2015] se le destacó al centro de una gran pantalla amarilla, bajo aquel encabezado en tipografía de mayor puntaje y con este «entresacado»: «Mira… si habláramos de que te robaste unos carros, ¡pero te metiste con niñas!».
Así, entre la nota roja y el infoentretenimiento, por este tratamiento editorial una historia de gran relevancia acaba como una nota curiosa y hasta pintoresca, pero que en el fondo, en esa pedagogía implícita en la función noticiosa, frivoliza, se centra en entretener con su profusión de coloquialismos y precariza la cultura de legalidad, todo lo cual, lejos de informar, abona a la atmósfera de violencia que nos aqueja.