Jaime GUERRERO
OAXACA, (pagina3.mx).- Sin el sello oficial del PRI que ostentó durante más de 30 años, José Antonio Estefan Garfias se presentó públicamente como perredista y llegó a la toma de protesta como candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), por el V distrito de Santo Domingo Tehuantepec, tras el intento fallido en el Revolucionario Institucional.
Luego de semanas de polémica y negativas del ex Secretario de Transporte del gobierno de Gabino Cué Monteagudo, con actitud soberbia y tras llamar provocadores de los reporteros, negó la intervención de su aliado político, Jorge Castillo Díaz y de Cué Monteagudo, para imponerlo como candidato en el PRD.
Justificando veda electoral, Estefan Garfias intentó evadir a representantes de los medios de comunicación, empero, ante la insistencia, a regañadientes emitió declaraciones a tirabuzón.
«El PRD tiene candidato, ahí tomo protesta adentro», dijo tras asegurar ser un hombre de diálogo y concertación.
Fingiendo serenidad, ofreció su mano extendida al grupo de Nueva Izquierda que lideran Félix y Rosendo Serrano.
«Mi mano es generosa y plantea la posibilidad de estrecharla con quien tenga en este momento alguna inconformidad o algún planteamiento distinto al que pueda hacer», atajó.
Airado ante los cuestionamientos considerados por él como provocadores, rechazó haber sido impulsado por Castillo Díaz, a quien se le señala ser operador político del Gobierno del Estado. Su designación, sostuvo, se hizo a través de un procedimiento claro.
«El procedimiento se siguió, se cumplió y se ganó, el resultado final en una votación del comité fue 9 a 4. Punto, no vuelvo a hablar de este tema. Todo lo que quieran hablar de la campaña a partir del 7 de abril», atajó ofuscado, buscando salir al paso.
Insistiendo en que hay veda electoral, de manera furiosa intentó liberarse de las y los reporteros indicando que no contestaría ninguna pregunta que no estuviera basada en argumentaciones y pruebas.
¿Usted cree ganar de Tehuantepec?
Esa es pregunta electoral, atajó el candidato con el rostro completamente enrojecido por el enojo y soberbia.