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5 de Mayo: Triunfan las armas nacionales y las oaxaqueñas

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Everardo R. Bohórquez y Cuevas

OAXACA, (pagina3.mx).- A 153 años de la gloriosa Batalla del 5 de Cinco de Mayo y a cien años casi de la muerte en París, del General don Porfirio Díaz Mori, uno de los verdaderos héroes de aquel encuentro contra el entonces primer ejército del mundo, el francés, es de estricta justicia tratar de mencionar a todos los valientes oaxaqueños que con su valor y su sangre, dieron una muestra de cómo un pueblo libre, debe defender su soberanía frente al invasor extranjero.
Porfirio Díaz Mori, Ignacio Mejía, Prisciliano García, Félix Díaz Mori, entre otros, son los oaxaqueños pundonorosos que sobrevivieron a aquella acción gloriosa, mientras que pagaron con su vida y con su sangre el mostrar su patriotismo Manuel González y Manuel Varela, todos ellos enlistados en el Ejército de Oriente bajo la dirección del general Ignacio Mejía, quien a la larga vendría siendo considerado también oaxaqueño, ya que habiendo nacido en territorio que nos fue arrebatado por Estados Unidos, al quedarse sin patria chica mexicana, Oaxaca lo tomó como su Hijo Adoptivo.
Desde la seis de la mañana de aquel Cinco de mayo de 1862, las tropas nacionales esperaron la arremetida de los franceses invasores mandados hacia México por Napoleón III, cuerpo comandado por el general Lorencés (Laurencés), quien a raíz de esa humillante derrota de la que presumía semanas antes como fácil triunfo, al presumir que con seis mil de sus soldados sería dueño de México; tras la derrota fue despojado del mando mediante una carta oprobiosa que le mandó Napoleón III y, por ello, mandado a sufrir su vergüenza de militar defenestrado entre sus coterráneos. Lorencés fue sustiuído por el Mariscal Forey, quién dejó una estela de sangre, destrucción, muerte y dolor entre los patriotas mexicanos.
Como la mañana estaba fría, fueron formados los batallones hasta las diez de la mañana y aún para reanimarlos, Lorencéz ordenó que se les diera una taza de café, ya que así lo relata el magnifico educador e historiador miahuatleco Basilio Rojas, en su extraordinario libro “Un Chinaco Anónimo”, que biografía la vida de un héroe de la Reforma y de la Intervención. Feliciano García. En esta obra de Don Basilio, me basé para escribir esta entrega.
Las tropas francesas marcharon en formación cerrada, tal y como si estuvieran en una parada militar, hacia el Fuerte de Guadalupe. Ahí los esperaban Negrete y Méndez con sus indios de Zacapoaxtla, los michoacanos con el coronel Arratia. Al llegar, los invasores los mexicanos empezaron a disparar sus cañones, los zuavos siguen adelante, pero otra nueva andanada de balas da con ellos en tierra, flaquean, se detienen, vacilan y por fin dan media vuelta ante la inminencia de la muerte. Cusin y Moran, sus comandantes alzan sus espadas, peo no pueden detenerlos, ya que la huída resulta incontenible.
Lorencés atónito ordena reforzar las columnas de ataque con soldados que habían quedado en el llano y quienes se encuentran con los zuavos en fuga y aunque retornan los huídos y que los oficiales meten las pistolas en las troneras de los defensores, los artilleros siguen impávidos disparando sus piezas ante los tiros a quemarropa. El 2do. de zuavos lleva su bandera ante el baluarte, su abanderado cae, otro recoge el lábaro pero igual cae abatido, hasta que un viejo soldado francés iza la bandera, pero también cae muerto por las balas mexicanas.
Los indios de Zacapoaxtla, los costeños del Fijo de Veracruz, los huastecos del batallón de San Luis, los batallones de Toluca y los bisoños de Michoacán, han flanqueado a los franceses en el sitio de la mayor refriega, haciendo en ellos gran carnicería. Mientras eso sucedía en el cerro de Guadalupe, la fuerza de Oaxaca había sido atacada por el Cuerpo de Cazadores de África, pero fueron rechazados y aprovechado de ello don Porfirio, ordena que el coronel Félix Díaz con sus Lanceros de Oaxaca, ataque haciendo que el enemigo se replegara.
La Brigada de Oaxaca creyendo, al ver la desbandada de los invasores, que ya se había dado el triunfo de las armas republicanas y ello motivó que el 2do. Batallón de Oaxaca se vio rodeado de enemigos, van al frente oaxaqueño el teniente coronel Francisco Loaeza, el comandante Feliciano García y el abanderado Manuel González, quien es abatido por los franceses, por lo que el capitán Manuel Varela toma la vadera nacional, pero a su vez es muerto.
Un rayo seguido de una tempestad de granizo hace más dramático el escenario y estos oaxaqueños héroes caídos el Cinco de Mayo, son homenajeados al día siguiente durante su sepelio que es encabezado por el Cuartel Maestre Ignacio Mejía, mientras lo compañeros de los sacrificados muestran su pesar por los caídos. A González y A Varela, Oaxaca y la patria aún les debe un homenaje lo mismo que a los oaxaqueños que murieron antes en San Andrés Chalchicomula, Puebla.
Luego de aquel hecho glorioso, la suerte les vuelve la espalda a los mexicanos que luchan por expulsar de México a los invasores franceses no sólo en el centro y sur del país, mientras que don Benito Juárez García, el otro oaxaqueño inmortal, encabeza al gobierno republicano transhumante y recorre los caminos del país hacia el norte, de donde regresaría triunfante tras el fusilamiento del espurio “emperador” Maximiliano de Hapsburgo, en el Cerro de las Campanas, Querétaro, en 1867.
TRAGEDIA EN CHALCHICOMULA, MUEREN MÁS DE MIL 500 OAXAQUEÑOS
Tras la firma de los Tratados de la Soledad, se decide el repliegue de las tropas de avanzada en Veracruz defendiendo los pasos forzados de la sierra, entre las que se encontraban las de la Primera Brigada de Oaxaca, a fin de que las fuerzas tripartitas encontraran paso franco y por ello se escogió a San Andrés Chalchicomula, Puebla, hoy Ciudad Serdán, para ahí estacionarlos. San Andrés es el lugar de nacimiento oficial de otro Presidente oaxaqueño, Gustavo Díaz Ordáz Bolaños Cacho, quien en realidad nació en Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, pero nuestra historia gubernamental se escribe de otra manera.
La 1ª.Brigada de Oaxaca, estaba integrad por los batallones 1º. Y 2do., Patria y una compañía del Galeana, arribando a Chalchicomula y siendo alojada en la Colecturía, edifico que había servido para guardar los diezmos recogidos por el clero antes de las leyes de Reforma. Y apenas instalada la tropa y sus familias en aquel recinto, el polvorín estalló y voló el recinto, lo mismo que otras casas de la población, matando a por lo menos a mil 500 personas, la mayoría oaxaqueños, integrantes de esas tropas ahí congregadas.
“Acaba de suceder la más horrible catástrofe, una Brigada de la División Oaxaca llegó esta tarde a este lugar (Chalchicomula) y fue alojada en la Colecturía, en donde había un gran depósito de parque el cual ha volado destruyendo el edificio y quedando bajo sus escombros multitud de hombres”, así reza el parte del General Ignacio Zaragoza emitido en su Cuartel General en Jalapa, el 8 de marzo de 1862.
La oficialidad del agrupamiento se salvó gracias a que se le había alojado en otra parte del pueblo donde asistían a un convivio en su honor. En tanto los heridos reportados fueron: 190 hombres, 25 mujeres y 9niños, como se detalla en un documento signado por el militar Santibañez, en su obra Reseña del Ejército de Oriente, en la que señala que los muertos fueron mil 300, aunque el general Porfirio Díaz no da la cifra exacta de las bajas. A su vez el escritor Juan A. Mateos, hace ascender a 500 el número de lugareños muertos por aquella explosión.
Hasta ahora no se sabe con exactitud la causa de aquella tragedia, si fue una chispa o alguien hizo estallar aquel polvorín, pero esos mil 500 oaxaqueños muertos absurdamente en la hecatombe, hicieron falta en la lucha contra la invasión francesa a la que dieron lugar una bola de mexicanos malnacidos y traidores, entre ellos el hijo del propio don José maría Morelos y Pavón, ese descastado llamado Juan Nepomuceno Almonte, ofreciendo el “imperio mexicano” al imperio francés.
Como quiera, México y Oaxaca deben un gran homenaje a los triunfadores y caídos el Cinco de Mayo en Puebla, a los absurdamente muertos en la explosión de San Andrés Chalchicomula y, por consiguiente, a don Porfirio Díaz Mori, el patriota que defendió a México de la Intervención Francesa, que luchó por los ideales liberales plasmados en la Reforma y quién a cien años de su muerte, se le niega el privilegio de descansar en su (nuestra) Patria Chica: Oaxaca.
Así las cosas, cuando olvidamos esos ejemplos de patriotismo que nos legaron muchos mexicanos y muchos oaxaqueños, ahora vemos que gobernantes, empresarios y, lo peor, nuestra juventud, se inclinan ante el avasallamiento y la invasión que desde hace décadas sufrimos por parte del imperio más poderoso del mundo: el yanqui.
(eramboc18@gmail.com)

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