Diana Manzo/Corresponsal
JUCHITÁN, OAX.- Jacinta Valdivieso Morales, es comerciante, mujer zapoteca, originaria de Juchitán, madre de tres hijos, dos mujeres y un hombre y abuela. El pasado domingo 7 de Junio al ver la presencia de la gendarmería rondar su colonia, la Rodrigo Carrasco, su mente recordó aquel 20 de febrero del 2014, en la cual asegura la vida le dio una segunda oportunidad, es la noche que no le desea a nadie.
El domingo 7 de Junio, Jacinta acompañada de otras 50 vecinas de su colonia se enfrentaron a los policías federales y les pidieron retirarse de sus hogares por el bienestar de sus familias.
Jacinta carga en su hablar una gran rabia, sus expresiones son de inconformidad, injusticia y desolación, y como no serlo, si la madrugada del 20 de febrero del 2014, fuerzas especiales, policías federales y elementos de la Armada de México llegaron a su hogar para “catear”.
Un fuerte ruido la despertó, y al mirar por la ventana observó como una camioneta, de esas que cargan los federales abrió la puerta de su hogar, y sin más se percató que estaba rodeada de militares.
Exaltada y molesta, Jacinta gritoneó a los policías federales preguntándole el motivo por el cual entraron a su hogar de esta forma, quienes respondieron con jaloneo de cabello, gritos y sin responderle siguieron con su operativo nocturno.
“Eso que viví el año pasado no se lo deseo a nadie, por eso el pasado domingo, el día de las elecciones al ver tantos policías me asusté y junto con otras mujeres, vecinas de esta colonia, les pedimos que se retiraran, ya habían tirado dos gases lacrimógenos y eso nos asustó, sin embargo lo que yo viví junto con mi familia ha sido la experiencia más horrible de mi vida y ahora esta en proceso penal, interpuse denuncia ante las autoridades de justicia y derechos humanos”, detalló.
Jacinta es casada y antes de lo sucedido, había tenido una tienda de abarrotes que precisamente en el 2014 cumplió 25 años, y su esposo -de quien omitió el nombre por seguridad- era dueño de un depósito de refrescos gaseosos desde hacía más de diez años.
Cada palabra que pronuncia es de indignación, a Jacinta le cambiaron toda su vida y la de sus hijos y ahora ha denunciado ante las autoridades judiciales y de derechos humanos el cambio total, el cual no se repara jamás.
“A mi esposo, yerno e hijo los hincaron de rodillas, a mi me sometieron sin poder alzar la vista, y a mis hijas las querían dejar en la parte alta de la casa, pero logré que las bajaran, una de ellas, la mamá de mi nieto se puso mal de tanto miedo, y lo más lamentable es que finalmente después de tirar nuestra ropa, husmear mi cocina, comerse todo lo que tenia en mi refrigerador y robarse el dinero de mi hija, mi esposo y de mi tienda, así como dos celulares, fácil nos dicen que no encontraron “nada”, porque supuestamente estábamos acusados de traficar droga”, indicó.
Para Jacinta todo lo ocurrió la noche del 20 de febrero ha sido razón única para “detestar” a los federales y a todos los que trabajan a favor de garantizar la seguridad de este país.
“Y LA SUERTE ME ACOMPAÑÓ EL DIA SIGUIENTE”…
Al siguiente día (21 de Febrero), apenas y si los rayos del sol aparecían, Jacinta junto con una abogada, que le recomendaron amigos y vecinos amanecieron en las oficinas de la Policía Federal, al llegar se dirigió con el subdelegado.
“Vi a tantos policías, algunos y algunas me reconocieron y pedí entrevistarme con el responsable y me dijeron que estaba ocupado, dije que esperaría, pero al ver que el tiempo pasaba y pasaba decidí exaltar la voz y le dije anoche catearon mi domicilio y necesito que alguien me de una explicación, de repente salió una voz masculina, y me dijo, pase señora, era el licenciado Oscar”, detalló.
Muy enojada le dije todo lo que había ocurrido y fácilmente me respondió “Señora, recibimos una llamada anónima de unos vecinos, diciéndonos que usted era traficante de Droga, que veían todos los días a un señor pararse afuera de su tienda y que él está implicado en negocios turbios, entonces furiosa le respondí “entonces no puedo venderle a cualquiera en mi tienda, a diario me visitan muchas personas, y de esa persona que usted dice van muchas, pero no sé a que se dedican”.
Jacinta le explico al policía federal que “su gente, su personal” de nada sirven, porque no realizaron bien la investigación y ella y su familia pagaron los platos rotos, pues el susto y el miedo nadie se los quita y quitará por el resto de su vida.
“Más de 25 años vendí en mi tiendita, era la más famosa de la colonia, vendíamos de todo un poco, vengo de familia humilde, pero que poco a poco crecimos para sobrevivir no para volverme rica, pero de lo que me acusan nada es cierto, y efectivamente me lo confirmó el licenciado Carlos “Agradezca señora que no le sembraron nada, porque entonces sí estaría en la cárcel”, esa expresión bastó para decirle que nosotros no somos delincuentes como ellos, porque se robaron dinero, celulares y joyas la noche del cateo”, ante lo cual me siento indignada”.
Con las manos vacías y triste Jacinta regresó a su hogar, sin sus pertenencias y sin una explicación, desde febrero del año pasado ella cerró su negocio, la falta de recurso económico la obligó a no poder pagarle a la abogada y actualmente se mantiene en comunicación con el Agente del Ministerio Público de la Federación adscrito a la visitaduría general que se localiza en la capital oaxaqueña.
