Aranzazú Ayala Martínez | @aranhera | ladobe.com.mx
Después de las elecciones del 7 de junio, donde por primera vez en México hubo competencia de existió la figura de candidatos independientes, salieron a la luz los obstáculos que tuvieron que pasar los ciudadanos que aspiraban a convertirse en representantes populares, sin el respaldo de un aparato político.
En Puebla hubo siete aspirantes a candidatos a diputados federales, de los cuales sólo dos, Alberto Merlo Martínez –en el distrito VI de Puebla– y Jesús Amador Hernández –por el distrito XV de Tehuacán–, obtuvieron el registro. Pese a que los demás no lo consiguieron, al darse cuenta de la titánica tarea decidieron apoyar especialmente a Merlo Martínez por la cercanía geográfica, esto lo cuenta Bernardo Hinojosa Polo, ex aspirante por el Distrito IX de la ciudad de Puebla.
Entre las puertas que para su sorpresa encontraron cerradas fueron las de algunas de las principales universidades poblanas. La Buap, la Universidad Iberoamericana y la Upaep no recibieron al grupo de aspirantes a independientes dentro de sus instalaciones. Hinojosa, junto con otros aspirantes a los distritos X y XI, intentaron entrar a las instituciones, pero en ninguna les dieron permiso, ni siquiera de acercarse.
En entrevista, explicó que la idea no era utilizar a las universidades para conseguir las firmas, pues entienden que los espacios de enseñanza no tienen que prestarse a cuestiones políticas. Sin embargo lo hacen en sus aulas, formando a futuros profesionistas y dando opiniones, por lo que esperaban, dijo, que participaran de manera no sólo teórica sino práctica en la vida democrática ciudadana. Hinojosa reconoció que si bien las universidades no tenían por qué ayudarlos, si tienen cierta responsabilidad de participar en la cultura democrática de Puebla. El recibimiento de firmas y captación de posibles voluntarios sería afuera de las universidades, en caso de que éstas hubieran accedido a abrir sus puertas para que los independientes explicaran de qué se trataba la iniciativa.
Con la Buap y la Upaep nunca pudieron tener un acercamiento formal. De ambas instituciones educativas no recibieron ni siquiera respuesta oficial. En la Upaep, cuando volanteaban afuera de las instalaciones, personal de seguridad les dijo que no podían hacer eso ahí, y en la Buap les dijeron que en la calle o dentro de la universidad no podían repartir volantes, “que no podíamos hacer política”, dijo Hinojosa. En la Ibero sí tuvieron una respuesta favorable del rector, quien se mostró interesado en el tema, pero también del vicerrector. Sin embargo, durante los trámites y el papeleo, hubo intermediarios que les cerraron las puertas.
Bernardo consideró que hubo una cerrazón total, que no hubo un interés mínimo en investigar “si era lo correcto lo que estaban haciendo”. Reiteró que las universidades no tienen un papel de hacer política, pero finalmente lo hacen porque es parte de su labor cultural como formadores de opiniones. “Ojalá la teoría que se expresa en las universidades se lleve a la práctica en la mayor aportación a los universitarios para conocer los procesos democráticos.”
Cuando el grupo de aspirantes se dio cuenta que prácticamente ninguno iba a poder conseguir el registro, decidieron que lo más importante era difundir las nuevas figuras, que la gente supiera que ahora cualquier podía participar activamente en los procesos electorales. Pese a todo sí lograron darle difusión a esta nueva posibilidad, pues de acuerdo a Hinojosa el Instituto Nacional Electoral (INE) no le dio difusión ni hizo su trabajo para dar a conocer qué eran los candidatos independientes.
Los aspirantes a candidatos independientes eran parte del colectivo “ReformaPolíticaYA”, por lo que otro de los objetivos al buscar un espacio dentro de algunas instituciones educativas era explicar qué ha pasado con esta legislación, que a la fecha está incompleta no sólo a nivel local sino nacional. Además, desde el inicio de la administración estatal de Rafael Moreno Valle, el gobernador planteó en el programa estatal de desarrollo en hacer una reforma política local donde se contemplaran planillas independientes, incluso antes de las candidaturas independientes. Pero en un primer término los porcentajes que pedían para el registro eran sumamente elevados, llegando hasta el 15% del padrón. En palabras de Bernardo, esta cifra “era una locura”. Dijo que muchos actores involucrados en la vida del activismo ciudadano también apoyaron esta cantidad o el 10%, incluso el 5%, sin saber lo que implicaba en trabajo. En ese primer momento, las independientes se quedaron un poco atoradas, quedando en 3% en general. Ahora, con la posibilidad de que esta cifra se reduzca a un 2% o 1%, sería más fácil que más personas consiguieran el registro.
La experiencia de Hinojosa y de los demás aspirantes que no consiguieron la candidatura les enseñó que necesitan muchas horas junto con un grupo de voluntarios para conseguir las firmas necesarias, y esto es casi imposible si además tienen que trabajar. Además, todo el proceso fue muy rápido. La convocatoria salió a finales de noviembre y sólo tenían un mes, con las festividades decembrinas atravesadas, para juntar todos los requisitos.
Para Bernardo, la única posible explicación de la cerrazón de las universidades sería la falta de tiempo, que por la premura de la convocatoria y plazos no les dio tiempo de hacer un plan para tratar de apoyar que al menos se conociera esta figura.