Tales procesos han acotado en buena medida el concepto decimonónico de independencia nacional y han colocado a los estados ante la necesidad de ejercer sus respectivas soberanías en un marco de interdependencia.
Hace 205 años dio comienzo el proceso que habría de culminar, una década más tarde, con el surgimiento de México como país soberano.
Por otra parte, los inevitables procesos de integración comercial y financiera en curso hacen necesaria la búsqueda de paridad y simetría en la participación en los diversos bloques regionales.
Hoy es claro que tal ejercicio no puede limitarse al mero control territorial y a la exclusividad jurisdiccional, y la soberanía adquiere expresiones múltiples en diversos ámbitos: la alimentaria, la tecnológica y la energética, entre otras.
En ese periodo el producto interno bruto ha registrado índices de crecimiento mediocres e insuficientes, por decir lo menos; las instituciones han sido sometidas, desde su interior, a una erosión que se traduce en falta de credibilidad.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/09/15/opinion/002a1edi