“Dicen que Charlie Parker era Dios.
Hasta el día en que Charlie Parker se cruzó por su camino: “ese día cambió mi vida”.
Woods pasaría, sucesivamente, por las formaciones de Dizzy Gillespie –una opción obvia para un parkeriano-, Quincy Jones y Benny Goodman.
Por una vez, Woods bordeaba los límites de un jazz que se alejaba de la estricta estética del bebop.
“Es una sonoridad orgullosa, que se contempla a sí misma y se ríe de verse tan bella en el espejo”.
Fuente: http://elpais.com/cultura/2015/09/30/actualidad/1443636476_546738.html