Este despiadado asesino se creyó impune, ni siquiera trató de disfrazar su crimen.
Incapaz de explicar su gesto, reconoció haber ya matado otros dos gatos.
Un gato más, un gato menos no tenía importancia, en su opinión, como no fuera para hacer sufrir a su progenitora, único blanco de su crimen.
De inmediato conducido a la cárcel, de inmediato también el bombardeo de comentarios de los internautas en favor y en contra de la sentencia.
Acaso el anonimato del tuit da valor a quienes usan este camino para esconder su cobardía.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/09/30/opinion/a04a1cul