Y por mucho que se envuelva en un espeso manto retórico, el autoritarismo, de derecha o izquierda, viene a ser el mismo.
En América Latina vivimos frente a un caleidoscopio que no se detiene en la composición de sus figuras.
La inoperancia de las instituciones, el miedo a emitir leyes justas y el temor a dar sentencias justas.
Como una de nuestras más viejas fantasmagorías, los caudillos se repiten en un juego infinito de espejos nublados por los viejos vapores del populismo.
Pero junto a la violencia contra la ética, está también la violencia contra la democracia.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/10/01/opinion/018a1pol