Un atentado suicida contra turistas que paseaban en el barrio de Sultanahmet, cerca de la basílica de Santa Sofía y de la Mezquita Azul, en Estambul, dejó al menos nueve alemanes muertos, además de otra víctima fatal de la que se desconoce su nacionalidad.
Tanto el viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, como el presidente, Recep Tayyip Erdogan, apuntaron que el atacante suicida sería un sirio.
Según el viceprimer ministro, se trata de un sirio nacido en 1988 y el ataque fue una «reverberación» de los combates en el vecino país. Erdogan no responsabilizó del atentado a ningún grupo terrorista y por el momento nadie lo reivindicó.
El hecho de que el sospechoso sea un sirio podría apuntar a la milicia terrorista ISIS, a quienes se le atribuyeron varios atentados en Turquía, aunque estuvieron principalmente dirigidos contra objetivos kurdos. Las milicias kurdas luchan contra el ISIS tanto en Siria como en Irak.
«La explosión fue tan fuerte que el suelo tembló», contó Caroline, una turista que fue testigo, a la agencia Afp. La explosión se oyó y se sintió en la plaza Taksim, a varios kilómetros de distancia de Sultanahmet, afirmó otro testigo.
El mayor atentado ocurrido en Turquía tuvo lugar en octubre en la capital, Ankara, cuando dos atacantes suicidas se hicieron volar por los aires cerca de una estación de trenes durante una manifestación pacífica pro-kurda, matando a más de 100 personas. El ataque fue atribuido al ISIS, así como otro perpetrado a principios de 2015 en el sur del país, que dejó más de 30 muertos.
En los últimos meses Turquía fue blanco además de otros ataques. Después de más de dos años de alto el fuego, hace unos meses se reanudaron los combates entre las fuerzas de seguridad turcas y los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
