Horacio Corro Espinosa
Ayer releí un libro muy interesante de Guillermo Prieto. El libro fue escrito en el siglo XIX, pero si comparamos los datos que aparecen en el libro con lo que sucede hoy en Oaxaca, en el siglo XXI, no hay mucha diferencia.
Guillermo Prieto, cuenta de cómo terminaban las escandalosas sobremesas de familia por cuestiones de apoyo a determinados personajes en las cercanas actividades políticas. Más o menos así andan muchos oaxaqueños en estos momentos. Todo termina en gritos y sartenazos a la cara por apoyar a un candidato diferente al suyo.
Para muchos, la llegada de un candidato diferente al esperado, las perspectivas les pueden cambiar completamente la vida.
Es una historia que se repite cada seis años: La llegada de un hombre al poder, puede significar no sólo un cambio en muchos aspectos para el seguidor, sino también para la familia completa.
Desde luego que nunca faltan los cínicos. Cuando no llega su gallo, se adhieren a otro y actúan como si tuvieran con él una amistad de años, es más, hasta lo presumen, pero no hablan nada de su infidelidad al otro.
Hay otros que se meten en la bola solo para ver qué agarran, aunque no tienen un plan ni un propósito claro. También están los que sólo hablan de política. Habrá que averiguar si hablar de política es hacer política o es mero desfogue de la inhabilidad para desarrollar ese oficio.
Tal vez, ésta sea la primera vez en varios sexenios donde se dan tantas especulaciones, incluso dentro de los mismos partidos políticos. Muchos quisieran que ya se despejaran todas las dudas para comenzar a dizque participar, pues ante la lentitud del tiempo, como si fuera cámara lenta, las piñas se les están haciendo tepache.
Lo que más le pesa a la ciudadanía, es que casi ningún oaxaqueño decidirá sobre los próximos candidatos a la gubernatura de Oaxaca, lo mismo va a pasar con las diputaciones y con algunas presidencias municipales. Si acaso, el oaxaqueño, tendrá chance de elegir a sus topiles, aunque a veces ni eso.
Y ahí está el oaxaqueño, nomás mirando cómo manejan las cosas los hombres políticos de allá arriba.
Los que no pierden el tiempo, andan buscando cómo enchufarse con el más seguro, y otros más, nomás se la pasan cruzando los dedos haciendo changuitos para emprender camino a la casa del bueno y ponerse de tapete. Así es para muchos la política: hacer cualquier cosa con tal de conseguir un buen hueso para no vivir fuera del presupuesto.
No hay sitio donde no se hable de los pronósticos políticos, de los melate para tal cargo, de la lectura de currículums administrativos, amorosos y hasta delincuenciales de los posibles candidatos.
Es tan sorprendente el asunto de la política, que todo comentario toma diversos caminos y nunca se llega a nada seguro porque siempre se encuentra uno con privadas, retornos, diagonales, callejones, bulevares y etcétera. Dentro de ese mar de caminos de información, han perdido la vida dos carteros, un mensajero de telégrafos, seis perros (uno de ellos con lunares y otro totalmente neurótico) tres autobuses humeantes cargaditos de gente y, por desgracia, ningún agente de la perjudicial.
En estos días todo mundo anda extraviado, y por lo mismo, no han faltado los que se han suicidado porque no ven nada claro.
Si esto se prolonga más allá de las fuerzas de la justicia social, muchos tendrán que recurrir con el loquero, o con el detective para que les encuentre la cabeza.
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