Alejandro Sanz no elaboró el sábado un discurso de teoría de género, pero sí dio un ejemplo directo de la importancia que tiene la tolerancia cero ante la violencia machista.
Pero su arrebato, en medio de un concierto, con la música a tope, ante miles de personas, fue —como es comprensible— una acción en caliente.
Hasta la intención más noble puede tener maneras o palabras mejorables.
El músico podría haber dado la orden desde el escenario, exhibiendo al agresor y transmitiendo la misma lección.
En este caso se podría convenir en que a Sanz le sobraron quizás esas cinco últimas palabras, que arrastran un deje de la tradicional concepción de la mujer como sexo débil.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/02/22/opinion/1456166566_177716.html