Los artistas urbanos de Bogotá, y los visitantes, llevan décadas empeñados en cambiar el color gris de la ciudad.
No le temen ni al nuevo alcalde conservador Enrique Peñalosa y su nuevo criterio «estético» para decidir qué obras podrán permanecer en las calles de Bogotá.
La lluvia, las nubes de los andes, la contaminación que tapona la respiración y empapela los muros de la capital colombiana son sus enemigos a batir.
El graffiti se ha convertido en una forma de entender y proyectar una metrópolis de ocho millones de habitantes que tiene la difícil tarea de asomar la cabeza entre Buenos Aires y México.
Y lo ha conseguido gracias a la seriedad y tesón de unos artistas que han encontrado en La Candelaria, el barrio más céntrico y turístico de la ciudad, el lienzo perfecto para conquistar a turistas y bogotanos.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/02/19/videos/1455892149_439281.html