Kinfolk pasó de mano en mano de diseñador, de mano en mano de director de arte, de mano en mano de fotógrafo.
Esa alma cándida es en realidad una víctima del cuquismo gastronómico.
Salvando las distancias, el cuquismo gastronómico puede provocar algo parecido.
Y casi todo el mundo ha coincidido en que proyectar determinadas imágenes, irreales, puede generar problemas en el público al que van dirigidas.
Y, claro, eso puede generar frustración y desencadenar conductas no muy saludables.
Fuente: http://elpais.com/elcomidista/2016/02/25/articulo/1456411224_370835.html