Se les llama resistoleros por el tóxico que inhalan: el Resistol, un pegamento industrial al que, paradójicamente, se han quedado pegados.
Según afirma, 94 de cada 100 adictos al pegamento han probado al menos dos drogas.
Las muertes violentas entre menores de 30 años en Honduras, según el último informe elaborado por la agrupación junto a otras ONGs, ascendió a 131 durante el periodo de enero a mayo de 2015.
Una estampa que no aparece en las instrucciones del producto pero es habitual en la capital de Honduras, Tegucigalpa, y otras poblaciones del país.
Su rutina se divide en dos actividades: ingeniárselas para conseguir pegamento y colocarse.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/02/18/planeta_futuro/1455812160_932973.html