El Ingreso Mínimo Vital no es, por tanto, una ocurrencia de última hora improvisada como señuelo para un pacto.
A diferencia de la Renta Básica Universal, el Ingreso Mínimo Vital requeriría de un volumen razonable de recursos fiscales, sin desequilibrar los presupuestos públicos, ni precisar de reformas fiscales dudosamente viables.
En las últimas semanas hemos oído hablar mucho del Ingreso Mínimo Vital, una propuesta incluida por el PSOE en su oferta de negociación a otros partidos y que podría contribuir a facilitar acuerdos a izquierda y derecha.
La magnitud del reto exige respuestas decididas, y éstas sacrificios razonables que puedan explicarse y ser respaldados por amplias capas de la ciudadanía.
Poner en marcha esta iniciativa contribuiría a restañar (cierto, solo en parte) la enorme brecha social que la crisis ha generado.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/02/12/opinion/1455271013_829169.html