Gea representaba para los griegos la Tierra Madre, pero no sólo su bella superficie, sino también sus encendidas entrañas tectónicas; en ella estaba el momento primigenio.
Y Jordo, que es la Tierra Madre entre los nórdicos, todavía designa a la tierra o territorio.
Para los vascos, Ama-Lurra es la Tierra creadora de todo lo que está en su superficie sin intervención del hombre.
Con su propia anatomía desenvolviéndose desde un punto indetectable hasta lograr una perfección que nadie más igualaba en el universo.
Y justamente porque no tenía par no podía ser fecundada sino por ella misma a partir de sus entrañas.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/02/21/opinion/a07o1cul