Fue entonces cuando el licenciado Juan Okie González me ofreció pudiera guardar la colección de El Redondel en sus oficinas, lo que mucho le agradecí.
Trabajamos sin casi descanso y puedo afirmar que el programa piloto no tenía peros y el lógico siguiente paso era conseguir anunciantes.
Me instaló en un pequeño cubículo y a trabajar me puse.
A ello me dediqué en cuerpo y alma, ya que queríamos ofrecer a los posibles patrocinadores un paquete completo”, sin que esto me distrajera de las obligaciones y responsabilidades anteriormente contraídas.
Entre pláticas del ayer y entre consideraciones para el futuro, me propuso diéramos nueva vida a El Redondel, idea que me llenó de júbilo y estuvimos de acuerdo en que lo indicado sería hacerlo a través de la televisión.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/02/21/opinion/a09o1esp