El órgano oficial de la arquidiócesis presidida por Norberto Rivera refutó las críticas pronunciadas por el Papa Francisco contra los dirigentes de la iglesia mexicana. “No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del Señor”, censuró el Papa Francisco frente los obispos, y los conminó: “Los invito a cansarse sin miedo en la tarea de evangelizar”.
En respuesta, Desde la Fe sugirió que el Papa desconoce la situación de los obispos en México, o tal vez fue malaconsejado. Cita la editorial:
“Aquí cabe preguntarse: ¿tiene el Papa alguna razón para regañar a los obispos mexicanos? Lo que sí tiene el Papa, y muy claro, es que la Iglesia en México es un caso atípico en relación con otros países de América. En primer lugar, en términos porcentuales nuestra nación hospeda la mayor cantidad de católicos, con 81 por ciento de la población en el 2014, y es precisamente a causa de esa amplia y sólida presencia de católicos que nos distinguimos de otros países del continente.
“Por otra parte, sería absurdo pensar que Su Santidad desconoce la gran resistencia que la Iglesia Católica mexicana ha opuesto a la expansión de las comunidades protestantes de tintes carismáticos y pentecostales, que, no obstante, se propagan sin freno en otros países, especialmente de Centroamérica.
“¡Y qué decir de la fuerza con que el catolicismo mexicano enfrenta el desafío del secularismo, tanto como fenómeno cultural, como el que se desarrolla sistemática y violentamente en el terreno político, donde la ofensiva anticlerical y masónica ha sido despiadada desde los años 20 del siglo pasado, lo que en muchas ocasiones ha dejado ver un episcopado mexicano con tintes de santidad. ¿Acaso desconocerá esto el Papa Francisco como para regañar a los obispos?”.
Más adelante eleva el tono:
“El Episcopado Mexicano está unido y dispuesto a hacer frente a los retos que Su Santidad le ha puesto enfrente. Lamentablemente, existe la mano de la discordia que intentó poner los acentos negativos, parcializando la visión de Iglesia y tratando de influir en el discurso Pontificio para conseguir un efecto contrario en el público, al subrayar desafíos y tentaciones como males del episcopado. No es así. Y aquí cabe la cuestión ¿por qué tratar de demeritar el trabajo de los obispos mexicanos? Afortunadamente el pueblo conoce a sus pastores, y los acompaña en la construcción del reino de Dios, al precio que sea, como ha sido a lo largo de la historia de este país… ¿O será que las palabras improvisadas del Santo Padre responderían a un mal consejo de alguien cercano a él? ¿Quién mal aconsejó al Papa?”.