El pasado viernes, Dilma Rousseff aseguró, en una conferencia de prensa, que no está resignada y que para ella la palabra renuncia es una ofensa.
Recordó haber sido presa y torturada durante la dictadura militar (1964-1985) por mis convicciones y que jamás se resignó frente a nada.
Las conquistas de las presidencias de Lula (2003-2010), mantenidas durante por lo menos los tres primeros años del primer mandato de su sucesora, Dilma Rousseff (2011-2013), están bajo dos clases de amenazas.
La primera: la crisis provocada, en buena parte, por errores cometidos por la misma Dilma en 2014 y 2015.
Trátase, por supuesto, mucho más de una manifestación de deseo de la derecha que de cualquier otra cosa.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/03/13/opinion/014a2pol