Ayer hace un año el poder político-empresarial cerró filas en contra de Carmen Aristegui y operó la vergonzosa liquidación de un espacio informativo insustituible para la sociedad: el noticiero matutino de Carmen Aristegui en MVS.
Iguala marcó el punto de inflexión en la imagen de Peña, hasta entonces blindada por toneladas de maquillaje mediático –incluida la célebre portada de la revista Time que lo proclamaba salvador de México– e inmune a los efectos de una extremada impopularidad.
En esa circunstancia, el hallazgo periodístico de la Casa Blanca de Peña y de su mujer vino a derrumbar lo que hubiera podido quedar de fachada a un gobierno que se presentaba como paladín de la eficacia, la transparencia, la democracia y la modernidad.
Apenas dos meses antes había ocurrido en Iguala la agresión criminal de agentes del Estado en contra de estudiantes normalistas de Aytozinapa y el peñato se encontraba acorralado por los indicios crecientes de su corresponsabilidad –así fuera en grado de omisión– en ese acto de barbarie.
Meses antes, en noviembre de 2014, una investigación del equipo de Aristegui Noticias había revelado la existencia de una mansión valuada en 7 millones de dólares, propiedad del contratista gubernamental Grupo Higa, cuya posesión había sido reconocida por la esposa de Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera, en un reportaje de la revista Hola!
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/03/15/opinion/020a1mun