Pero siempre, la primer regla de su ideario, y casi única, sería dirigirse al balón como Señor Balón durante 90 minutos.
Pero con la certidumbre de su maravilla, acabó por convencernos de algo tan inconcebible como que en ciertos deportes no se trataba de ganar, sin más.
En su teoría, a un estadio se va a algo más complejo e indecible que a obtener un resultado favorable.
Ante todo, el fútbol consistía en un durante, ancho y largo, en el que debían ocurrir infinidad de pequeñas historias.
De hecho, en condiciones muy excepcionales, la gloria también podía caer del lado del perdedor, si se atenía a las normas del espectáculo.
Fuente: http://elpais.com/deportes/2016/03/27/actualidad/1459089770_740025.html