Porque ese velo de cerrada nochede tu abundosa cabellera negrade nazareno cae sobre tufrente.”Así le cantaba a Cristo don Miguel de Unamuno, en el poema más logrado.
“¿En qué piensas tú, muerto, Cristo mío?
“Esperando a tu padre se velarontus dos luceros de mirar, tus ojoscomo palomas cándidas, no surgeya de su hondón aquel aquietamientodomeñador de torpes apetitos.”Rematados con aquella oración final, tan unamunesca, tan impregnada del sentimiento trágico de la vida, que al contacto con el Cristo de Velázquez aparece:“Tú que callas ¡Oh, Cristo!
Acoge nuestras quejas, los gemidosde este valle de lágrimas, llamamosa ti, Cristo, desde el almade nuestro abismo lamiseria humana.”En estos versos recogidos en la obra de don Manuel Álvarez F., La sociedad española en el Siglo de Oro.
para oírnosoye de nuestro pecho ¡dos sollozos!
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/03/25/opinion/a06a1cul