Lo que no quiere decir que el camino que queda esté exento de dificultades.
El atasco que se ha producido en los últimos flecos, a pesar de la intensa implicación de ambas partes desde el 1 de marzo, tiene que ver con dos delicados asuntos.
Uno de ellos, el momento en que deberá empezar a aplicarse la amnistía a los guerrilleros que no tienen delitos graves; el otro, las zonas y la manera en que deberán concentrarse los efectivos de las FARC cuando se firme el acuerdo.
El hecho de que no se hayan cumplido los plazos no significa que el proceso deje de ser irreversible; simplemente confirma que, aun cuando las negociaciones vayan en la buena dirección, los últimos pasos son los más difíciles.
Las heridas tardan en cicatrizar.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/03/26/opinion/1458998597_509119.html