El 18 de diciembre de 1979 el papa Juan Pablo II me retiró la licencia eclesiástica por haber cuestionado la infalibilidad papal.
Igual que Juan XXIII entonces, intenta hoy el papa Francisco, con todas sus fuerzas, insuflar aire fresco a la Iglesia.
Es apenas concebible que el papa Francisco hubiera pretendido establecer una definición de la infalibilidad papal como la que, en el siglo XIX, promoviera Pío IX con buenas y no tan buenas mañas.
En vista del asombro de los estudiantes, el papa Juan añadió: “Solo soy infalible cuando defino ex cathedra, pero nunca lo haré”.
Lo concebible es, más bien, que el papa Francisco (como en su día Juan XXIII ante los estudiantes del Pontificio Colegio Griego) declarase con una sonrisa: “Ío non sono infallibile” —“Yo no soy infalible”—.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/02/26/opinion/1456503103_530587.html