Una literatura realista, que bien podría ser la de Flaubert, armada de otra manera que tampoco era la de Faulkner.
“Esa máquina de laberintos y cosas” de que habla Cervantes en El Quijote.
Una nueva manera de escribir, y también una nueva manera participativa de leer, y que no teniendo antecedentes en la lengua, cautivó desde entonces a no pocos lectores entre quienes buscaban el goce mismo de vivir dentro de una novela.
Si el lector no encuentra marcas en su escritura, tampoco él las evidencia en cuanto a sus lecturas.
La ruptura provocada por los escritores del boomtuvo como beneficiarios más inmediatos a quienes pertenecíamos a la generación inmediatamente posterior.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/03/28/opinion/1459181336_052359.html