Desde que se restableció la democracia en el Perú a fines del 2000, ningún proceso electoral nacional se había visto enrarecido.
No huele nada bien que en un proceso electoral nacional —en especial, en sus últimas semanas— el protagonismo lo ocupe la autoridad electoral y no la competencia entre quienes aspiran a un cargo elegido.
Es grave que a estas alturas todo gire sobre erráticas y contradictorias decisiones de la autoridad electoral.
Tampoco es presentable que a un mes de la elección presidencial del 10 de abril —en desarrollo desde noviembre del 2015— no esté aún claro quiénes serán los candidatos luego de cuatro meses de iniciado el proceso electoral.
Esto se podría haber evitado.
Fuente: http://elpais.com/internacional/2016/03/10/america/1457647660_565072.html