Si podemos averiguar cómo lo hacen, podríamos utilizar ese conocimiento para reducir la acumulación de grasa en humanos”, concluye.
Sin embargo, si comparamos a los humanos con sus parientes más cercanos, chimpancés, gorilas y orangutanes, se observa que somos unos privilegiados.
El aspecto más interesante de este elevado consumo de energía es que permite mantener un cerebro muy exigente, si se lo compara con el de otros homínidos.
“Por ejemplo, los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, no acumulan grasa incluso cuando son muy sedentarios, en lugares como los zoos.
Consumen la energía que obtienen dependiendo de su tamaño, su crecimiento, lo que dedican a la reproducción y a mantenerse con vida.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/05/04/ciencia/1462380252_815688.html