El Pana quería morir como Manolete, derramando la sangre, haciéndose eucaristía.
Sólo le hubiera faltado a la leyenda de El Pana morir en la plaza, responder a la propuesta que Valle Inclán hizo a Juan Belmonte a bordo de un tren, camino de Sevilla.
Y en un pelele de Goya, como desprende la escena de su voltereta en Ciudad Lerdo.
Que vivo está El Pana y muerto también porque la fractura de las cervicales amenaza con dejarlo inmóvil, sepultarlo en un hospital.
Y Rodolfo Rodríguez enloqueció quijotescamente para convertirse en un retrato póstumo de Gutiérrez Solana.
Fuente: http://elpais.com/cultura/2016/05/03/actualidad/1462270968_816083.html