En contraparte, la limpieza de escombros hasta ahora ha generado 1.264 plazas de trabajo.
Y ahora acaba de arrancar una segunda fase con 100 personas, ahora más mujeres que hombres, que trabajarán durante un mes y aspiran a demoler un centenar de casas.
La decisión de demoler no fue fácil, pero tampoco fue bueno vivir entre escombros estos dos meses.
María Mesa, que solía vivir en el primer piso de la casa, mira trabajar a las cuadrillas de demolición y llora porque ve reducirse a escombros el trabajo de 30 años de sus padres.
Manabí, donde está el grueso de la destrucción, hasta ahora ha movilizado cuatro millones de dólares en la remoción de escombros y otras acciones en esta fase de recuperación.
Fuente: http://elpais.com/internacional/2016/06/13/america/1465853718_708668.html