Si alguien comete un delito apoyándose en el cargo que ostenta en la compañía, la reputación de la empresa queda mucho más dañada.
“Por eso es necesario calibrar si la persona jurídica, es decir, la propia organización, va a ser salpicada en el proceso o no”, afirma.
Si bien la implicación de un miembro importante del equipo puede hacer mella en la imagen de la organización, una decisión precipitada puede ser incluso peor.
Uno de ellos, según Chelada, es si el supuesto delito se ha cometido gracias a la posición que se ocupa en la organización.
Es decir: si una empresa falla por culpa de sus directivos, la mancha perdurará.
Fuente: http://cincodias.com/cincodias/2016/06/13/sentidos/1465841403_627482.html