América Latina es un terreno propicio para que paste ese “rinoceronte blanco” de la cultura, artificialmente mantenido con vida.
Intentan revivir un rinoceronte blanco que alguna vez corrió en las praderas de nuestra cultura y del vasto espacio de nuestra identidad.
Como si la modernidad negara sus raíces y la actualización de su imagen constituyera un acto de traición a la idiosincrasia.
Los residentes constatan que disfrazarse como piezas de un museo puede permitirles llegar más lejos que si muestran su rostro actualizado.
Hay pueblos condenados a esa pátina de antigüedad que los estereotipos alimentan y las autoridades culturales decretan.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/06/27/opinion/1467034430_771481.html