Les está pasando eso ahora en el aeropuerto de Madrid a decenas de viajeros de Aeroméxico.
A los demás no les queda otro remedio que quedarse en el purgatorio.
Habitar de manera permanente en un sitio de paso puede convertirse en una auténtica pesadilla.
Sabían que quedaban al albur de la suerte: si hay un hueco, vuelas; si no lo hay, búscate la vida.
Pero hay veces en que lo que tenía que ser nada más que estación de tránsito se convierte en domicilio inevitable.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/08/04/opinion/1470335556_707390.html