Todos los que guardaron o tenían fuerzas lo intentaron en los 20 kilómetros finales: unos con más ganas que fuerzas, otros con más fe que razones.
Un día antes, había ganado otro francés, Geniez y, Rubén Fernández alcanzó el primer liderato de su corta historia.
El corazón de Calmejane latía como una batería de heavy metal, el de los favoritos sonaba más a las maracas de un bolero.
En el mismo lugar en el que Contador tomó aliento, y el resto de sus rivales decidieron que era un mal día para la lírica del ciclismo.
Y por detrás, los desheredados, su ex 19 compañeros, —algunos fueron engullidos mucho antes—, que reaccionaron tarde, que midieron mal, que calcularon peor.
Fuente: http://elpais.com/deportes/2016/08/23/actualidad/1471976789_749788.html