Ignacio Padilla, nacido en 1968, que no llegó a cumplir el medio siglo de vida, y que deja en cada párrafo y en el conjunto de sus páginas su sonrisa ya intemporal.
Sobre todo era envidia lo que conllevaba la admiración por la obra de Ignacio Padilla, cuya muerte tan joven nos deja con un vacío multiplicado de tristezas.
Padilla, el ensayista ingenioso y vivaz, constante promotor de la lectura y agudo cervantista de renovadas lecturas múltiples alrededor del Quijote.
Padilla, amigo de sus amigos, que juntos lanzaron la campanilla como despertador para un país en desesperada búsqueda, o reencuentro con sus lectores.
Confieso la envidia que destila la admiración que le profeso sabiendo que no todos los escritores aceptarán en público reconocerla.
Fuente: http://elpais.com/cultura/2016/08/20/actualidad/1471709040_349796.html