El viento sur de este domingo fue todavía más fuerte: alcanzó rachas máximas de 72 kilómetros por hora.
Hay una señal inequívoca en Río de Janeiro que sugiere que el día será de viento: el olor a cloaca.
Al llegar al Parque Olímpico, a través de una pasarela que une la parada de autobús con los estadios, una fuerte brisa fétida sorprendió a los aficionados.
La jornada se retrasó dos horas en las pistas con graderíos de andamio, azotadas por las ráfagas que se arremolinaban en sus esquinas.
No es la primera vez que el viento causa perjuicios en el Parque Olímpico, un conjunto de pabellones de arquitectura más o menos afortunada desperdigados en un gran baldío localizado en una laguna sin protección natural contra las corrientes de aire.
Fuente: http://elpais.com/deportes/2016/08/07/actualidad/1470602627_561179.html