Para entonces, Omran y su familia ya vivían bajo las bombas en Alepo, ciudad industrial de Siria.
Nada le puede devolver la vida a Aylan Kurdi, pero aún es posible que Omran Daqneesh conozca algo que no sea la guerra.
Urge por tanto un alto el fuego inmediato en Alepo extensible al resto de Siria y un compromiso internacional sincero con la resolución del conflicto.
Rusia e Irán están ayudando a El Asad y por tanto tienen la obligación moral de forzarle a detener el asedio.
Estados Unidos y Europa no pueden seguir aproximándose al problema de una forma paliativa, desentendiéndose del origen.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/08/19/opinion/1471626678_447432.html