Sabe cómo van los talleres y está al tanto de cómo funciona el de flamenco.
Desde una ventana se ve un guardia armado que cuida un camión con mercancías; a fin de cuentas esto sigue siendo La Carpio.
Al lado hay karate, dibujo, violines y las flautas de los niños que sueñan con entrar algún día en la Orquesta Sinfónica de La Carpio.
En la segunda y hasta la sexta les prestan los zapatos especiales para que hagan tacón-punta, tacón-punta, y después se los pueden llevar a casa para que practiquen y se diviertan.
Nunca en su vida ha visto a nadie bailar flamenco, no lo identificaría con España, nunca ha escuchado al cantante Chiquitete y mucho menos la letra de A la puerta de Toledo.
Fuente: http://elpais.com/cultura/2016/09/14/actualidad/1473808104_856090.html