Si aquel partido fue una epopeya, la vida del héroe Frantzen, que acabó siendo un tabú para los noruegos, fue una tragedia.
El aparato esperaba que sus chicos repitieran el 9-0 que le habían endosado a Luxemburgo en el partido de apertura de los primeros Juegos Olímpicos celebrados en casa.
Los contrincantes, llegados de una Noruega prepetrolera, todavía pobre entre los vecinos nórdicos, no podían pronosticar lo contrario.
Era el debutante Odd Frantzen, de 23 años, trabajador del puerto de Bergen, que jugaba por primera vez en el equipo nacional.
Los dos goles vikingos obligaron a abandonar el estadio a la jerarquía nazi antes del final del partido.
Fuente: http://elpais.com/deportes/2016/09/01/actualidad/1472718078_921326.html