Los cuernos del cruasán dividen a la humanidad igual que la cebolla en la tortilla de patatas y el gusto por el Nesquik o el Colacao.
Los cruasanes rectos, venía a decir, nos hacen más tontos.
«Sin cuernos la cocción es más uniforme, y te aseguras de no dejar ninguna parte cruda», afirman en Ochiai.
Estrada encarnaría la tradición, la reivindicación del gusto popular y la defensa de la imperfección siempre que nos proporcione placer.
¿En qué momento se empiezan a hacer cruasanes sin cuernos?
Fuente original: Con cuernos o sin cuernos: la batalla del cruasán | El Comidista EL PAÍS