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Juntos y nunca callados, los primeros tres días de la 36 FILO

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Por Rodrigo Islas Brito

“Juntarnos y no silenciarnos”, fueron las primeras palabras que se escucharon en la 36 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO). Era el viernes once de noviembre, y la fotógrafa, académica y curadora chilena Andrea Jösch iniciaba así la conjetura de motivos de la exposición fotográfica colectiva de chilenos El cuerpo como campo de subversión. Puede que ella no lo supiera, pero su mensaje servía como introducción a la FILO entera.

En la exposición, Paz Errázuriz, la también fotógrafa y fundadora  de la Asociación de Fotógrafos Independientes de Chile, cuya misión fue siempre la de denunciar las atrocidades cometidas por la junta militar al mando de Augusto Pinochet, fue homenajeada por la fuerza y el enorme coraje que ha demostrado durante toda su carrera.

En la FILO, ese juntarse y no silenciarse de Jösch es el inicio perfecto de esta Feria que tiene en Chile a su invitado especial con un contingente de cien profesionales de las letras y la gestión cultural.

Este espíritu resonó en lo sustentado por su director, Guillermo Quijas-Corzo, quien un día después, durante la inauguración, hablaría en un magno evento en el centenario Teatro Macedonio Alcalá, de “las heridas abiertas compartidas en Latinoamérica.”

“Las dictaduras militares y su miedo y horror, las llamadas guerras sucias o de baja intensidad con su cuota de muertos y desaparecidos. En México vivimos una verdad ineludible: la violencia que se han ensañado con generaciones enteras y particularmente con los jóvenes.”

Quijas habló de la dictadura militar en Chile, perpetrada por un golpe de estado el once de septiembre de 1973, al mando de un militar llamado Augusto Pinochet al que el poeta chileno Raúl Zurita calificaría  en una entrevista posterior como nada más que “un estúpido.”

“Era un hombre muy sometido por su esposa. Entre los que resistimos a la dictadura había un chiste sobre un Pinochet llegando a su casa después de un día de trabajo en el que había mandado a desaparecer a una 200 personas, a torturar a unas cincuenta y a matar a otras ochenta.”

“Pinochet llega a su casa cansado de los tramites de tanto crimen, se pone la pijama, se acuesta y de inmediato su esposa  quien  ya lo estaba esperando, voltea y le pregunta, a ver Augusto ¿hoy has sido lo suficientemente duro?”

En la inauguración se recordó con devoción y dolor al homenajeado de la FILO del año pasado, el recientemente fallecido caricaturista Rogelio Naranjo. Guillermo Quijas se refirió a su país, el nuestro, como uno en el que nunca se ha vivido una dictadura militar, pero en el “que a veces”, o todo el tiempo, “el flagelo del crimen organizado parece estar ganando la partida.”

El empresario cultural dijo que la FILO no es sólo una serie de eventos artísticos que animan la vida cultural de una ciudad que ya de por sí tiene una gran actividad en este ámbito: “esta Feria lleva en cada evento por pequeño o grande la visión de reivindicar nuestro derecho a la memoria (palabra rectora de este año en el evento) al pensamiento crítico, a la educación, al ocio, a la diversión y a pensar diferente sin sentirse amenazado por ello.”

Después, Zurita, el poeta chileno preso político durante los primeros días de la dictadura, asumió su homenaje como un canto coral contra el horror de los totalitarismos y a favor de la esperanza de un espíritu humano que no ha de romperse ni con la certeza de la muerte.

Antes de su lectura, el poeta aclaró que para comprender lo que estaba a punto de compartir no se necesitan grandes estudios ni análisis sesudos. Luego, frente a las lágrimas vertidas y los ojos a punto de explotar en llanto del público, lo comprobó.

“Riéndose nuestros captores nos decían, cántenos ahora unas cancioncitas de Víctor Jara y hechos de brazos les respondíamos en los estadios chilenos, jamás cantaremos cantos del señor en las malditas cárceles de Babylon.”

El poeta recordó que al cantautor Víctor Jara antes de asesinarlo le cortaron los dedos, la lengua, le machacaron las manos para que no pudiera tocar más su guitarra. Su cuerpo apareció con 44  impactos de bala, como si en un solo cuerpo el horror buscara aniquilar a todas las fuerzas que resistían su embate.

Habló de las cruzadas contra los otros, los diferentes, los que no quieren ser como nadie. Habló de chicas violadas por soldados a los que la piedad los ha abandonado. Recordó los escapes en las cordilleras donde ya no se siente temor, donde se vuelve uno la cumbre, donde se vuelve uno el mar.

Habló sobre los abismos de un pueblo, el chileno, en eterno camino de reconstrucción a través de su memoria, explicándoselo a otro pueblo, el mexicano, el oaxaqueño, donde el horror se atisba y se niega todos los días, donde tan solo hace cinco meses en Nochixtlán, perecieron ocho personas como resultado de un fallido operativo policiaco para desalojar un bloqueo carretero.

“Aweonao el weon, aumenten la producción de mezcal porque se van a quedar cortos”, advirtieron antes Tulio Triviño y Juan Carlos Bodoque aliviando en algo la acumulación de tensión de tanto sentimiento.

Las marionetas del programa 31 minutos irrumpieron en la inauguración para decir que los chilenos eran los ingleses de Latinoamérica, que el cóndor es su ave nacional, Condorito su Dios y que el Chavo del Ocho es más chileno que el copihue.

Un día después, el domingo 13, horas antes de la majestuosa presentación del show de 31 minutos en Oaxaca, Triviño y Bodoque fueron confrontados por los reporteros oaxaqueños por esa teoría gomezbolañosiana, por lo que al final confesaron que probablemente estaban equivocados.

De su concierto celebrado en el Auditorio Guelaguetza sólo se puede decir que la euforia de las 15 mil personas que corearon y alzaron un mar de brazos con las letras existencialistas, aparentemente infantiles y decididamente rockeras de las canciones de estas marionetas rebeldes y profundamente contestatarias, tornó el placer, los gritos y sus estallidos en un asunto incontrolable.

“México comienza en Chile, Chile comienza en México” había pronunciado Raúl Zurita, afirmación que se comprobó de principio a fin en una mesa de expresiones de la literatura chilena que pretendía analizar la Vox populli y a su escritura y su cultura.

Pero la cosa fue más allá cuando en la sesión final de preguntas y respuestas, una mujer que se presentó como la viuda del alguna vez rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), Felipe Martínez Soriano (uno de los mayores lideres morales que la cambiante disidencia oaxaqueña haya tenido) les regaló a los protagonistas de la mesa, el chileno Álvaro Bisama y Bernardo Fernández (BEF), un ejemplar de un libro que su esposo escribió sobre la persecución gubernamental desatada contra el Movimiento Democrático Universitario que dejo detenidos y desaparecidos  a partir de 1973.

Profundamente conmovido, Bisama dejó a un lado el perfil popero de la mesa, que trataba sobre fanzines, películas y novelas gráficas, para recordar a sus padres profesores perseguidos durante la dictadura de Augusto Pinochet.

El fundador del Freak  Power  y autor Caja negra y Estrellas muertas, considerado por muchos como el escritor chileno más importante de su generación, reflexionó que tal vez ese 1973, que para Chile y Oaxaca significó muerte y persecución, aún no haya terminado.

Margo Glantz,  unas de las escritoras, ensayistas y académicas más importantes de México, fue otra de las homenajeadas por su trayectoria en la FILO 2016, a la que llegó echando lumbre, al asegurar en una conferencia de prensa previa a su homenaje que el recorte millonario asignado a cultura para este 2017 es autoría de un Estado que “no entiende y que no entiende que no entiende.”

Ya en su homenaje habló de esta época de “racismos obsoletos que pensamos que no podrían resurgir.” De familia rusa judía que llegó a México escapando del Holocausto nazi, con primos, tíos y abuelos que encontraron la muerte y desaparición en los campos de concentración y sus respectivas cámaras de gas, Glantz lamentó que el totalitarismo nunca se vaya de este mundo y sólo cambien de rostro.

Del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump (que en presentaciones y mesas de la FILO 2016 se ha convertido en un tópico en un país deprimido y preocupado por lo que viene) Glantz dijo que era el principio de una “era nefasta en donde se extinguen las abejas y renacen los abismos.”

“Me he pasado la vida escribiendo sobre mis recuerdos, pero no sé si lo que recuerdo lo recuerdo bien”,
dijo la autora de un mundo literario en donde “el cuerpo, como la lectura, genera obsesiones”.

“Yo soy muchas cosas”, aclaró Glantz antes de recibir como reconocimiento por parte de la FILO una escultura con monos autoría del pintor y símbolo oaxaqueño, Francisco Toledo.

Por su parte el escritor Benito Taibo en la presentación de su libro Corazonadas volvió a demostrar  que a sus  56 años es unos de los autores mexicanos que mejor conecta con los jóvenes. Fue una de las presentaciones más concurridas de la Feria.

“¿La literatura nueva es basura? ¿Qué deben leer los jóvenes?” le preguntaron al autor una chava y un chavo de no más de quince años. “Lo que se les dé su regalada gana” recomendó, respondiendo a la segunda pregunta. Sobre la primera dijo que no: no le gustan los dogmas y  dijo que “los libros llegan a ti como el amor, sin premeditación, alevosía y ventaja.”

En el foro principal de la Feria el programa prosiguió con una mesa con escritores en lenguas indígenas.
Una delegación de literatos mapuches, representada en esta ocasión por los poetas Juan Huenuán y Graciela Huinao, con la ayuda del moderador oaxaqueño, el también escritor indígena Pergentino José, disertaron sobre la implicaciones de la memoria en una tierra pacificada por un exterminio occidental en el araucanismo cordillero.

Se señaló la contradicción existente en que hoy la literatura mundial tienda hacia la occidentalización del oficio de escritor, cuando entre los valores culturales de un país los gobiernos siempre tiendan a presumir la lengua.

A la que al final en los hechos ni procuran, ni protegen y si tienden a desaparecer. Los poetas  mapuches, cuya etnia sabe de luchas sostenidas y decididas por territorios de los que el discurso de doble rasero gubernamental ha estado despojándolos por décadas, afirmaron que la poesía es el gran medio para la reivindicación de su cultura.

Afirmaron que la cosmovisión de la lengua mapuche estará siempre en contra de la occidentalización de la que pretenden hacerlos objeto, que no borran ni con las excavadoras ni con el viento, que un poema es identidad, y que la identidad es rebeldía, y que la rebeldía es vida.

“Todos vivimos con todos, todo lo sabemos entre todos. Las cosas que nos atañen, nos concentran a todos.”

La siempre popular Elena Poniatowska, en la presentación de su libro Las indómitas y frente a un foro FILO abarrotado, dijo que hoy en México quedarse en su casa es ya prácticamente imposible.

“¿Cómo puedes ignorar lo que está pasando?, ¿lo que sucedió con los 43 chavos de Ayotzinapa?” gritaba la escritora y periodista por decimocuarta vez en el año frente un chico de no más de 17 años de la audiencia, con camisa sin mangas y cabello largo, que sentado en el suelo justo frente a los ojos de la autora de La noche de Tlatelolco, aplaudía con una sonrisa de oreja a oreja a la primera provocación.

La FILO  2016 ha desarrollado con éxito hasta este lunes un programa de eventos en el que han coexistido presentaciones de libros, teatro para niños, proyecciones de películas con mesas de reflexión sobre si existe o no un trabajo de escritura en las plataformas digitales.

“Creo que uno se compromete más en su escritura en Twiter que en Facebook, en Facebook uno está más a gusto interactuando con la gente que sólo forma parte de su lista de contactos. Mientras que en Twiter el trato es más enriquecedor, más directo.”

Dijo la joven escritora boliviana Liliana Colanzi, ganadora del Premio de Literatura Aura Estrada del año pasado, y quien regresó en este 2016 a presentar el producto de aquel premio, su libro de cuentos Nuestro Mundo Muerto.

Lo anterior como parte de una mesa llamada “Quieres hacer el favor de escribir en Twiter, por favor”, que ejemplifica hasta qué punto las redes sociales se han convertido hoy en día en una fuente de literatura.

Julio Patán, Sanjuana Martínez, Fernando Lobo, Hernán Bravo Varela, Tedi López Mills, Leonardo Sanhueza, Vicente Luis Mora, Edmundo Paz Soldán, son sólo algunos de los escritores nacionales e internacionales que se han dado cita hasta este 14 de noviembre en el zócalo de la ciudad de Oaxaca, ya sea en la presentación de sus propios libros, o las de alguien más.

Con cinco días de más verdad, más memoria y más reflexión, la FILO en su edición número 36 apenas parece estar calentado motores.

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