Por Israel Pérez Valencia
Santiago de Querétaro, Querétaro. 25 de agosto de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Su interés por la tecnología surgió desde niño, cuando examinaba sus carritos de baterías, los abría y con las piezas sobrantes ensamblaba otros. Se trata del doctor Juvenal Rodríguez Reséndiz, coordinador de la carrera de Ingeniería en Automatización y del posgrado en Ciencias en Instrumentación y Control Automático de la Facultad de Ingeniería en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
A sus 32 años, el doctor Juvenal Rodríguez Reséndiz ha ido forjando su trayectoria profesional como docente, investigador y desarrollador de tecnología, lo que le ha valido el reconocimiento por la comunidad científica, tecnológica y empresarial en México y el extranjero.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Rodríguez Reséndiz compartió sus inquietudes respecto a involucrar a los jóvenes mexicanos en la ciencia y el desarrollo tecnológico, e inculcarles que los esfuerzos y sacrificios durante la vida universitaria rinden fruto en la formación profesional.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cuándo descubres tu interés por la tecnología?
Juvenal Rodríguez Reséndiz (JRR): Desde muy pequeño tenía la curiosidad de cómo funcionaban las cosas. Abría mis carritos, los destartalaba y como me sobraban piezas hacía otro carrito con ellas. El campo de desarrollo de mi profesión es la tecnología, tengo una carrera técnica en electrónica como egresado del Centro de Bachillerato Tecnológico industrial (CBTis) 118 “Josefa Ortiz de Domínguez».
Un joven talento El doctor Juvenal Rodríguez Reséndiz fue distinguido con el Premio Alejandrina 2017 en la modalidad de Joven Talento en Investigación. Este reconocimiento lo otorga anualmente la Universidad Autónoma de Querétaro a la investigación científica, humanística, ciencias ambientales, así como a la creación artística. Es auspiciado por instituciones educativas, empresas, así como centros públicos y privados del estado de Querétaro. |
Soy ingeniero en automatización y obtuve el posgrado de maestría en instrumentación y control automático por la UAQ. El doctorado lo hice en ingeniería con una especialización en robótica y servosistemas con estancia académica en la Universidad de West Virginia, en Estados Unidos.
AIC: ¿Cómo te involucras en el desarrollo de proyectos de investigación?
JRR: Cuando ingresé a la UAQ me fui involucrando en algunos proyectos de investigación; una de la personas que me llevó a su grupo de trabajo fue el actual rector, Gilberto Herrera Ruiz. Ahí también me empecé a integrar en diseños industriales porque una cosa te lleva a la otra. Tanto en el bachillerato como aquí en la universidad te piden que hagas prácticas y te formes en tu profesión participando en proyectos de la vida real.
En ese momento me empecé a vincular con varias empresas de la región y eso generó mucho más interés en mí por el desarrollo de tecnología, era claro que si me integraba con la industria iba a poder hacer proyectos con un trasfondo más científico.
AIC: ¿Qué tipos de proyectos desarrollaste en ese periodo?
JRR: Gracias al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) se abrieron convocatorias para vincular las universidades con las empresas bajo la visión de la triple hélice, en la que participan tanto el gobierno, la industria y las instituciones educativas en un frente común para el desarrollo. Teníamos algunos fondos, en ese momento, para hacer automatización de procesos de alimentos.
Eso llevó después al desarrollo de proyectos para empresas de invernaderos, del área automotriz, electrodomésticos y aeronáutica, de tal manera que hoy en día, ya como coordinador de la carrera y el posgrado, he tenido la oportunidad de involucrarme cada vez más con este tipo de industrias, observo sus demandas tecnológicas e identifico a los estudiantes que se requieren para desarrollar proyectos, cubrir algunas plazas laborales y prácticas profesionales.
AIC: ¿Y qué pasa en tu labor como investigador?
JRR: Además de mi trabajo como coordinador, soy docente de licenciatura y de maestría, tengo a cargo varias investigaciones, principalmente en la parte de bioingeniería, energías renovables, robótica y sistemas de control automático. Todo esto tiene un gran potencial hoy en día y más aquí en Querétaro, porque han crecido mucho los sectores metalmecánicos, manufactura y aeronáutico, lo que generó a su vez una demanda cada vez mayor de ingenieros y que se abrieran más convocatorias de reclutamiento masivo.
Querétaro ha crecido de forma exponencial, por eso hay un déficit de ingenieros y los estamos importando, aproximadamente entre 60 o 70 por ciento de ellos viene del norte y sur de México, además de otros países. En ese sentido, la universidad ha puesto su granito de arena, hace diez años teníamos solo cuatro carreras en la Facultad de Ingeniería: matemáticas, automatización, ingeniería civil y electromecánica; hoy ya tenemos trece especialidades.
AIC: Uno de los aspectos a resaltar es tu juventud y los logros profesionales que has obtenido, ¿qué nos puedes platicar acerca de eso?
JRR: Pertenezco al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel I y en el 2015 fui aceptado en la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Tengo el grado Senior Member del Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (IEEE, por sus siglas en inglés), donde fui presidente de la sección Querétaro de 2014 a 2016.
He publicado unos 50 artículos en revistas indexadas y capítulos de libros en los últimos cinco años, además de mi libro Construcción de un variador de velocidad para motores trifásicos – Procesamiento digital de señales para el análisis de motores de inducción y el registro de cinco patentes de uso industrial en el área de servosistemas.
AIC: ¿Influye tu juventud y trayectoria en la interacción que tienes con tus estudiantes?
JRR: Para los alumnos creo que es un factor ver que alguien, casi de su edad, está desarrollando tecnología y abriendo puertas en otras partes. Muchos lo toman como un reto y se motivan a trabajar, de hecho fue lo mismo que me pasó a mí.
Por otra parte, veo un cambio significativo en la idiosincrasia mexicana, estamos más convencidos de que podemos hacer las cosas en lugar de esperar a que otros las hagan por nosotros. Las oportunidades en México son geniales. A diferencia de otros países, incluso europeos, aquí puedes concursar para una beca y estudiar, además de que las universidades, en especial las públicas, están abiertas para que puedas trabajar o hacer investigación.
AIC: ¿Tu desarrollo profesional te llevó a hacer sacrificios personales?
JRR: En el desarrollo profesional, la persona se tiene que ir forjando a sí misma y conseguir sus propios recursos para lograrlo. Yo hubiera podido frenar mi carrera en la parte técnica durante el bachillerato, pero tenía la convicción de seguir adelante y hoy en día me sigo preparando.
Dejas muchas cosas de lado para crecer profesionalmente. No tenía tiempo para la familia y hasta llegué a aislarme un poco; ellos entendían porque mi papá también es muy trabajador, sabía que estaba haciendo cosas importantes. Por estar tomando cursos en la licenciatura y el posgrado, sacrifiqué viajes y otros entretenimientos pero estuvo bien, a mí me gustaba y no me arrepiento de nada de eso.
Ahora que tengo las herramientas científicas como para hacer mis propias investigaciones, puedo mirar al otro lado, que son las humanidades. Tomo cursos de música, de idiomas adicionales al inglés y ya tengo la oportunidad de viajar. La vida al final se balanceó.
AIC: ¿Qué se necesita para fomentar el interés por la ciencia y la tecnología en edades tempranas?
JRR: Se necesitan más ingenieros para industrias como el petróleo, los alimentos o la robótica. Para eso hay que impulsar el conocimiento matemático en los niños. En Estados Unidos ya tomaron cartas en el asunto, porque ellos tenían un déficit de ingenieros y ya comenzaron a insertar el lenguaje computacional desde la educación básica.
De esa manera, los estudiantes se van haciendo a la idea de que sí pueden desarrollar cuestiones abstractas y de ingeniería. A nosotros nos hace falta un camino parecido, además de fomentar eventos de investigación, ahí se siembra la inquietud a los niños y el interés por saber el cómo funcionan las cosas.
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