Por Tania Robles
Ciudad de México. 7 de septiembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Guillermo Miguel del Castillo Hoffman, ingeniero mexicano comprometido con el desarrollo del sector espacial en México, actualmente trabaja en proyectos de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), un sueño que tenía desde su juventud y en el que enfocaba su pasión por los temas del espacio.
Nacido en Houston, Estados Unidos, Miguel se mudó a México a la edad de dos años. Después estudió ingeniería en computación en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), pues debido a la necesidad de trabajar durante sus estudios de licenciatura, decidió que esa carrera le daría mayor movilidad laboral en lugar de alguna otra más relacionada con el espacio.
Sin embargo, su pasión por el espacio seguía ahí. “El museo de NASA en Houston fue el primero al que me llevaron mis papás a una muy temprana edad, me causó un gran impacto”, platicó.
Durante sus años de estudiante, se desempeñó a la par como ingeniero en el departamento de sistemas de un call center, “aunque me hubiese gustado estudiar algo relacionado directamente con el espacio, y puede que lo haga en una maestría, me he sentido satisfecho de mi trabajo y mis estudios. A veces fue complicado mantener trabajo y estudios al mismo tiempo, pero aprendí mucho y conocí colegas con los que aún tengo contacto y amistad”, explicó Del Castillo.
Su primer acercamiento profesional en el área espacial fue durante la Feria Aeroespacial México (Famex) en 2015, a la que solo pudo asistir el último día por cuestiones laborales y escolares y en donde tuvo la oportunidad de acercarse a la Agencia Espacial Mexicana (AEM). “Fui con la idea de conocer a la gente de la industria, pero todos sus estands ya habían sido desarmados. Afortunadamente, el pabellón de la AEM seguía abierto y estaban dando una ponencia de microsatélites. Mostraron un CanSat que explicaron lo habían diseñado y construido junto con sus estudiantes de servicio social”.
Luego de enterarse de la posibilidad de realizar su servicio social en la AEM, Miguel comenzó a hacerlo de forma esporádica por cuestiones de su trabajo. “Fue entonces que ahorré mi salario para renunciar a mi trabajo y dedicarme a terminar las materias en la universidad, a la vez que hacía el servicio en la AEM”, agregó.
A finales de 2015, el personal de la AEM tuvo un problema en la página web de la agencia, por lo que solicitaron la ayuda de Miguel. “Chequé que era un problema interno de la red, el proxy. El error se encontraba en un formulario donde se subían documentos para postularse como candidato a las estancias de AEM en NASA Ames. Fue así como me enteré de las estancias, pero luego vi el dinero que se necesitaba y pensé que sería imposible”.
Pocos días después, amigos de Miguel se enteraron de la convocatoria y lo exhortaron para participar, pues conocían su pasión por el espacio. Una de ellas, compañera de la UAM Azcapotzalco, se ofreció para proponer la posibilidad de la estancia con las personas del consejo académico de la UAM Azcapotzalco, unidad de esta universidad en que Miguel estudiaba. Para juntar el dinero, hizo una recaudación en las diferentes instancias de la UAM, desde rectoría hasta departamentos de diseño o ciencias sociales. Finalmente, Miguel y todas las personas que lo ayudaron lograron reunir el dinero.
Sin embargo, ya siendo aceptado por la AEM para participar en la estancia, la NASA no supo tratar su caso por su doble nacionalidad. Nunca se había considerado que alguien con ciudadanía americana intentara entrar como extranjero. “Al final, las diferentes instituciones aceptaron mi caso. La NASA me admitió como estudiante extranjero, pude sacar mis pasaportes mexicano y americano y se pudo realizar la estancia”.
Un sueño espacial
La estancia que Del Castillo Hoffman realizó en el Centro Espacial Ames de NASA en Moffett Field, California, tuvo una duración de tres meses y medio, aunque el periodo acordado inicialmente fue de dos meses y medio solamente. “El mentor me ofreció extender mi estancia y gracias a ahorros y apoyo de mi familia, sin mencionar que me quedé de colado en la habitación de otro interno, pude quedarme”.
Desde el principio fue un sueño hecho realidad. “Entrar como trabajador a NASA fue una experiencia fuera de serie. El centro de investigación es impresionante y se realizan labores muy variadas. Hay laboratorios de biología, medicina, sistemas de soporte de vida, investigación aeronáutica, misiones espaciales robóticas, túneles de viento, una pista aérea y la supercomputadora de la NASA, Pleiades. Al momento en que realicé la estancia, era la onceava computadora más poderosa del mundo”, platicó entusiasmado.
Los meses previos a la estancia estuvieron llenos de complicaciones que, sin embargo, pudieron ser resueltas. Un ejemplo de esto fue que el proyecto que Miguel había seleccionado en la convocatoria y que implicaba el uso de la supercomputadora, había quedado sin financiamiento desde hacía más de un año. Finalmente, le ofrecieron participar en otro proyecto sobre un modelo 3D de la Tierra. “Sinceramente ese proyecto no me había llamado la atención en la convocatoria. Yo quería trabajar en una simulación de escombros orbitales en la supercomputadora. Pero al final considero que fue muy afortunado trabajar en WorldWind”.
WorldWind, modelo virtual de la Tierra, es un proyecto de código abierto que permite el uso y visualización de información geoespacial y que es utilizado en aplicaciones de monitoreo climatológico, visualización urbana, etcétera. Es similar a Google Earth y surgió por las mismas fechas como un proyecto educativo con la idea de introducir tecnología de NASA en el salón de clases. La idea era que los niños pudieran visualizar animaciones sobre el globo virtual que no pudiesen realizarse en un globo terráqueo común. Por ejemplo, los cambios de la tectónica de placas a través de las eras geológicas, o la historia de las campañas de Alejandro Magno. «WorldWind evolucionó hasta que los sistemas geoespaciales se volvieron cosa de todos los días, como ahora que tenemos un GPS en el celular y comienza a convertirse en un sistema para desarrollar aplicaciones geoespaciales”, explicó Miguel.
En WorldWind, a todo el equipo de internos, así como Miguel, le fue encargado generar aplicaciones en la versión web para mostrar las capacidades del sistema. “Se desarrollaron tres proyectos y yo procuré involucrarme en todos. Me enfoqué más en un rastreador de 15 mil satélites en tiempo real alrededor de la Tierra en una página web. También se realizó un visualizador de sismos con un historial de más de cien años, y el tercero fue un visualizador de imágenes satelitales climatológicas que obtiene su información de diferentes agencias internacionales, además de la NASA”, añadió.
Aunque el trabajo de más de tres meses fue pesado, tuvo sus frutos al ser presentado en Washington DC por el investigador de la NASA encargado del proyecto. Durante la estancia, Miguel no desperdició un solo segundo para aventurarse y conocer cada rincón posible del centro Ames. “Cuando eres interno de NASA Ames, te prestan una bicicleta para trasladarte. Cuando acababa mi jornada de trabajo, salía en la bicicleta y recorría el centro para conocer todo lo que se pudiera. Encontré aviones abandonados, un pequeño museo escondido, placas que delataban la rica historia del lugar y vestigios de proyectos antiguos. Se veían despegar y aterrizar de la pista helicópteros de pruebas y aviones de transporte y combate. Al otro lado de la pista aérea, se encuentra una base de la Guardia Nacional de Estados Unidos”, contó.
El tiempo en NASA había llegado a su fin y debía volver a México. Miguel había dejado una materia por cursar en la universidad antes de partir a la estancia, “la intenté aprobar antes de irme, pero entre el servicio social, las otras materias y el papeleo de la estancia, me fue imposible y dejé de asistir a esa clase”, añadió.
A su regreso, tuvo que dedicarse a conseguir trabajo, y gracias al empleo que tuvo antes de sus aventuras espaciales, pudo realizar una consultoría. Sin embargo, esto no le dejó tiempo para terminar la última materia faltante en la UAM.
En el siguiente trimestre, Miguel pudo cursar su materia y encontró la oportunidad de que su mentor y asesor en NASA lo propusiera, junto con otro compañero brasileño, a realizar una aplicación de WorldWind para una fundación italiana. “No era un proyecto de la NASA, pero WorldWind puede utilizarse libremente. Hicimos el proyecto y fuimos a presentarlo a Italia”.
Nueva vida, nuevas metas
En febrero de 2017, Miguel fue invitado a involucrarse como desarrollador de WorldWind, por lo que le fueron hechas evaluaciones que cumplió exitosamente. Lo aceptaron y, como requisito para su contratación, tuvo que mudarse a Estados Unidos, a pesar de que su posición fuera remota. “Yo preferiría trabajar desde México y lo intentaré en el futuro. Ahora en lugar de ser desarrollador de aplicaciones, trabajo en el desarrollo del globo terráqueo 3D mismo. Es un verdadero proyecto de ingeniería”, concluyó.
Por ahora, Miguel promueve el uso de WorldWind en México y afirma se dedicará a trabajar en este tema durante algunos años. No obstante, no se cierra a la posibilidad de estudiar alguna maestría de tema espacial que le permita aplicar el conocimiento que ha adquirido, su experiencia en el cómputo y su eterna pasión, el espacio.
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