TUXTEPEX, Oax., (#pagina3.mx).- Por su avanzada edad, doña Candelaria Gamboa -de 80 años de edad- ya no está para tanto ajetreo, por eso una persona la ayuda a elaborar su altar, principalmente en el tema de la estructura y la colocación de adornos en la parte alta, pero todavía tiene fuerzas en los brazos para batir la masa con la que realizará los tradicionales tamales, que deben estar listos desde el miércoles uno de noviembre.
Normalmente en las comunidades y pueblos de Tuxtepec, principalmente indígenas, es común percibir por las rendijas de las puertas o ventanas, el resplandor que desprenden las veladoras y que indiscutiblemente indica la presencia de altares, pero en el centro de la ciudad, son muy pocas las familias que aún conservan esta tradición.
Y una de esas familias es precisamente la de doña Candelaria, vecina del místico barrio La Piragua, a quien “le quedó la costumbre” heredada por su madre ahora festejada con la colocación de un frondoso altar.
“Nos quedó esa costumbre, lo aprendimos de mi mamá, ella tenía esa costumbre, cada año hacia su altar año con año realizamos esta tradición, desde que quede huérfana a los 17 años, y desde que era pequeña hasta la fecha la celebramos”, dijo doña Cande sobre las celebraciones de “Todos Santos”.
En su familia, como en las muy pocas que todavía celebran estos días llenos de magia y misticismo, continúa la creencia de que el día uno es para los angelitos, para niños que partieron al cielo, víctimas de alguna enfermedad o accidente, mientras que el día dos es cuando arriban a los hogares los difuntos grandes, que llegan a convivir y se roban el aroma de los platillos que con amor les elaboraron.
En su altar este año no faltará la sopa, el tradicional mole hecho en casa, los tamales grandes y chicos de pollo y carne, tampoco los chicharrones, los totopos, el pan de muerto, el chocolate, agua y el café, bebidas que más consumían sus muertos cuando estaban en vida.
Pero en este año quizá será en menor porción, “todas las cosas se compran con anticipación, lo que se utilizará como ofrendas del altar, sobre todo porque se han encarecido, es un problema al que uno ya está acostumbrado, por eso con tiempo se compran y aunque cada vez es menor la cantidad que se ofrece a los muertos, siempre se pone de todo lo que les gustaba”, explicó.
Desde el domingo pasado comenzó la elaboración de su altar, que consta de escalones, fotos de sus difuntos, imágenes de santos y adornes de cempasúchil y moco pavo, para el día primero en la mañana ya tiene que estar la comida lista, y será hasta el 05 de noviembre cuando comiencen con el levantamiento de la ofrenda, hasta que se apaguen las veladoras.
Doña Cande lamentó que hoy en día, principalmente en la zona centro de la ciudad, la tradición de la elaboración de altares se pierda, y que ya no se enseñe a los jóvenes y pequeños a conservar esta tradición de la que incluso reconoció, en su casa, su papá no creía, pero siempre suministraba a su mamá lo necesario para elaborar sus altares.
Serán entonces estas noches del uno y dos de noviembre, cuando otra vez ría, coma y llore con sus muertos, quienes partirán la madrugada del dos de noviembre, para no regresar hasta la próxima celebración de “Día de Muertos”.
